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Historia de un México obeso

Especialistas coinciden en que alrededor del mexicano existen varios factores que históricamente favorecen este padecimiento: cambio radical de la dieta, herencia genética, sedentarismo e, incluso, las emociones

Historia de un México obeso

Historia de un México obeso

AGENCIAS

El 63% de la gente opina que la prevalencia de sobrepeso en México es responsabilidad exclusiva de la comida chatarra y los refrescos, indica la Encuesta Nacional Sobre Obesidad 2018, realizada por Dinamia para la Alianza por la Salud Alimentaria.

Sin embargo, los especialistas coinciden en que alrededor del mexicano existen varios factores que históricamente favorecen este padecimiento: cambio radical de la dieta, herencia genética, sedentarismo e, incluso, las emociones.

Luis Alberto Vargas Guadarrama, investigador en el Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM, afirma que se están buscando las causas de esta enfermedad crónica, pero para entender la crisis, hay que echar un vistazo al pasado.

Explica que la dieta prehispánica contenía pocas fuentes de grasa. Una de éstas provenía del jabalí, pero poco se sabe de su uso. En esta misma época ya era costumbre endulzar los alimentos con miel de abeja y aguamiel o savia de maguey.

CAMBIO RADICAL

La dieta del mundo mesoamericano inició su transformación durante la Conquista, con la introducción del cerdo que fue bien aceptado por los indígenas. Su uso se acentuó entre los siglos XVIII y XIX, cuando surgió el gusto por la comida frita.

Si nuestros ancestros sabían del placer de la glucosa, su consumo se desarrolló aún más con la apertura de las haciendas azucareras en varias partes del país (la primera fue creada por Hernán Cortés, en Morelos). Desde entonces, los mexicanos tenemos un gusto excesivo por lo dulce.

El especialista añade que, sin duda, uno de los fenómenos que aportaron a este problema de salud fue el cambio de dieta que data del siglo XVI y que se acentuó en la segunda mitad del XX, con la aparición de los supermercados y, con ellos, la comercialización de productos industrializados que la publicidad populariza entre los niños, quienes están engordando antes de cumplir seis años de edad.

Aunado a esto, Agustín Rojas Martínez, académico del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, menciona que la obesidad también tiene relación directa con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).

"Con la reorientación productiva y cambio de modelo de desarrollo económico se dejó de financiar al campo porque salía más barato importar alimentos que producirlos. Se buscó reducir tiempo en la preparación de alimentos y el consumo fuera del hogar creció paralelamente con la consolidación del TLCAN", dice.

HERENCIA GENÉTICA

Vargas Guadarrama subraya que hay un aspecto interesante en nuestro genoma, el cual puede ser muy influido por el ambiente. A esto se le conoce como 'procesos epigenéticos'. De unos 20 años a la fecha, se ha encontrado que el ambiente en donde uno crece, principalmente antes de nacer, nos predispone a ser gordos.

"Cuando la desnutrición afecta a la madre durante el embarazo, su hijo tiene mayor predisposición a la obesidad en la edad adulta, si tiene acceso a mucha comida. Su cuerpo actúa con un proceso bioquímico para capturar y ahorrar toda la energía que sea posible de los alimentos que fueron escasos durante la infancia", asegura.

En este sentido Lorena Orozco Orozco, directora del Laboratorio de Inmunogenómica y Enfermedades Metabólicas del Instituto Nacional de Medicina Genómica (Inmegen), expone que desde 2010 se han efectuado estudios sobre la obesidad. Los descubrimientos arrojan alrededor de 100 genes que hacen que los mexicanos seamos más susceptibles a esta pandemia.

Puntualiza que somos una mezcla de ancestría europea (56%), amerindia (41%) y africana (3%). Todas aportan su granito de arena para estar en la mira de esta enfermedad, pero somos más propensos a padecerla debido a nuestros ancestros, quienes nos heredaron genes con ciertas características en sus secuencias que nos permiten guardar más energía.

"En su tiempo, esto era benéfico porque permitía a las poblaciones tener una mejor adaptación hacia el medio ambiente o a su estilo de vida. Pero con los daños sociales de las dos últimas décadas, se ha visto un incremento importante en problemas de obesidad que derivan en diabetes, hipertensión, algunos cánceres, entre otros males metabólicos", detalla Orozco Orozco.

Entendamos como cambios sociales la migración de las poblaciones indígenas a las ciudades, el incremento en el acceso de alimentos de baja calidad, cambios de actividad física y sedentarismo, atribuido al uso de nuevas tecnologías.

Asimismo, el Inmegen detectó un aumento de obesidad en zonas rurales del país (8% contra 2% en la población urbana), debido a un componente genético de tipo indígena y al acceso a alimentos de baja calidad y alto grado de calorías.

"Nuestro estudio se extendió a poblaciones donde aún no hay acceso total a este tipo de alimentación y hemos encontrado que las enfermedades metabólicas son inexistentes, en comparación con la misma etnia expuesta a un cambio ambiental no controlado como alimentos chatarra, refrescos endulzados, sopas procesadas, así como al cambio de actividad física", dice Orozco Orozco.

ELEMENTOS AMBIENTALES

En el libro Hasta que los kilos nos alcancen, del doctor Simón Barquera, se exhibe precisamente cuáles son aquellos aspectos ambientales que se suman para que hoy México ocupe los primeros lugares de obesidad en el planeta.

En entrevista para EL UNIVERSAL, el también director del Centro de Investigación, Nutrición y Salud del Instituto Nacional de Salud Pública sostiene que la solución es compleja: no se arregla a nivel biológico porque tiene que ver con el comportamiento, entorno, cultura, recursos económicos, acceso a los alimentos, estado psicológico y ánimo de la población.

"Nos quieren convencer que somos propensos a la obesidad por nuestros genes. Lo que discuto en mi libro es cómo los cambios en los alimentos nos están afectando mucho. Hay productos ultraprocesados ricos en conservadores, colorantes y calorías que conforman el 70% de nuestra dieta, en lugar de consumir alimentos básicos, frescos y naturales", plantea.

Otros aspectos ambientales son la urbanización, que provoca comer fuera de casa; el diseño de ciudades sin movilidad para bicicletas; y la parte psicológica, pues las personas con sobrepeso son estigmatizadas por su actuar, sin razonar que son susceptibles a su entorno.

"También tiene que ver con las emociones. Muchas personas atribuyen la preparación de los alimentos como una forma más de comunicarse con la familia. Uno va construyendo una relación afectiva con la comida", resalta el investigador.

EMOCIONES Y COMIDA

A finales de 2018, la Universidad Iberoamericana recibió a la psicoterapeuta Sandra Gussinyé Canabal, quien afirmó que los mexicanos están comiendo por el miedo que genera la inseguridad que se vive en nuestra nación, sobre todo en ciudades como Monterrey.

En tanto, Antonio Peña, profesor del Colegio de Psicología de la Universidad del Claustro de Sor Juana, no recuerda una relación entre miedo y obesidad. Sin embargo, lo lógico es que este tipo de emoción genere ansiedad y, para algunos, comer de más es una forma de afrontar la situación; entonces, podría existir este vínculo.

"Es muy interesante si lo revisamos a partir de las emociones, pero no hay que perder de vista el contexto psicosocial, es decir, lo que tiene que ver con la cultura, producción de los alimentos, entre otros aspectos que nos dan una visión más amplia del fenómeno", dice el académico.

Ante un asunto alarmante que nos posiciona en primer lugar en obesidad infantil y segundo en adultos a nivel mundial (de acuerdo con la Unicef), los especialistas coinciden en la aplicación de políticas públicas urgentes para enfrentar esta enfermedad que es una de las principales causas de muerte en nuestro país.

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