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JESÚS MENA

Hace unos días Edna Jaime, directora de México Evalúa, uno de los centros de investigación aplicada que existen en el país publicó un artículo en un diario de circulación nacional en el cual alertó que durante este año se entregarán 365 mil millones de pesos en programas sociales que no están sujetos a reglas de operación.

El artículo en mención señala que se crearon 20 nuevos programas sociales para cumplir con las promesas del Presidente de la República, de éstos, sólo uno cuenta con reglas de operación, mientras que el resto no cuenta con estos instrumentos, indispensables para garantizar que el dinero público que se distribuye a través de esos programas se haga con criterios de eficiencia.

En el año 2019 se gastarán 630 mil millones de pesos en subsidios y transferencias a distintos segmentos de población, de éstos, según Edna Jaime, el 58% se ejercerá sin estar sujetos a reglas de operación. El monto de gasto público que se ejercerá sin reglas de operación asciende a una cantidad que ronda los 365 mil millones de pesos.

Lamentablemente el ejercicio del gasto público se orienta hacia programas que, aun siendo las prioridades del Presidente de la República, al no contar con reglas de operación, no podemos estar seguros del impacto que tendrán y tampoco la manera en que podrían mejorar, ya que no se contempla la evaluación.

La entrega de dinero público a jóvenes, adultos mayores y otros grupos de población no es mala en sí misma mientras se realice con criterios para garantizar la eficiencia del gasto público y evitar que se utilice para crear y controlar clientelas políticas.

El punto que quiero comentar es que si conjugamos la idea de entregar dinero a amplios sectores de población sin que pueda saberse el impacto del gasto y por otro lado se recorta el financiamiento a los partidos políticos en un entorno en donde existe un partido que tiene una cómoda mayoría y que aún con el recorte se hará de la mayor parte de la bolsa restante, estamos ante un escenario que se modifican las reglas para pavimentar el dominio de un partido dentro del sistema político mexicano.

La cantidad de dinero público que se va a utilizar para financiar los programas presidenciales no es menor y saber que se usará sin reglas de operación es una mala noticia no sólo para el diseño e implementación de políticas públicas, sino para la calidad de la democracia que tenemos.

Tal vez tengamos que esperar años para que podamos tener investigación independiente acerca del efecto que tienen los programas de subsidios en el comportamiento electoral de las personas en condiciones de pobreza y vulnerabilidad, pero el hecho de que muchos de éstos no estén sujetos a reglas de operación desde el momento de su implementación, no es un buen augurio.

Twitter: @jesusmenav

Escrito en: Vida pública Jesús Mena reglas, público, programas, gasto

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