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LETRAS DURANGUEÑAS

Viaje hacia uno mismo

Viaje hacia uno mismo

Viaje hacia uno mismo

FCO. JAVIER GUERRERO GÓMEZ

El son elástico de la lluvia remoja irremisiblemente mis pensamientos. Palabras que desde hace muchas noches querían escapar, pero la oscuridad de esos equilibristas horas las atrapa en el aire, promueve el insomnio… donde se diluyen sin llegar a nada.

El trotar monótono del corazón, cabalga tan lejos de mí mismo, como la imposible estrella que dejara la llovizna, Mis respiraciones angustiosas (incansable sierra de mi pecho) derruyen el murmullo de las emociones internas..

Sigo con los ojos cerrados a pesar de la oscuridad ¡0jos inútiles! Faros apagados, nudo nebuloso que envuelve para siempre a mi ser.

Es un diluvio en ciernes lo que llora el cielo, en la noche tan mía. Donde el egoísmo que me rodea me hace ser mi propio intruso. En el descubrimiento actual soy otro yo el que con escritura a trechos, deshila el sentimiento. Ante mi propio asombro ni siquiera las usuales palabras usurpo. Prosigo llenando la noche con mi presencia vana. Un viaje hacia el interior por los caminos imposibles, donde la huella de mis antepasados desbordada por la lluvia se borra…

La senda es sin guía, por donde tarde que temprano mi paso lastimado por un sueño no encontrado, prosigue hacia adentro. En el camino donde se navega sin un solo equipaje, sin brújula, con el timón desecho en el anhelo. La encrucijada de todos los senderos, redes sin rumbo, se unen a un solo punto. En el centro tan propio de esta noche lúgubre…

He dejado el cuerpo cansado de dar vueltas en el camino ajeno, en la desierta noche esperando inútilmente una brizna de tiempo, por donde entre distraída la luz incandescente del día nuevo.

Se queda ahí bajo las sábanas frías como el hielo: la lucha por la vida, los prejuicios y ensueños, los amores ya truncos, las caricias tan viejas, los chasquidos sin ruido de los besos sin sombra…

Todo pasa y duele se tanto soportarlo, aún los sentimientos nobles, la hazaña no lograda, la cruz de la derrota, la luz de la victoria. Todo queda en medio de la lluvia de la noche liquida.

Mientras mi paso acelera por las ondas amorfas de lo desconcertante. La mente queda en tinieblas en el cuarto cerrado y negativo de sueño: el esqueleto.

Allí mis manos como marchitas hojas de la silvestre flora inertes descansan. Después de levantarse en vano para tomar estrellas..

El lecho es un tormento que mis ángulos frágiles llaga, en los filos de la silente noche…

¿Qué es esta guerra intensa, que me hace olvídame de mi mismo? Como si descartara el don maravilloso de sentir el gran latido humano. Porque más allá de los ramales de mis venas, como el retumbo caudaloso de la vida en estallido, hasta la cumbre misma de la penuria, me llevan los pasos imposibles, con que sigo a la noche.

La ilusión rebota sin salida en mi cráneo, que entumido el sudor perla, el silencio cae a gotas sobre la espada de la noche, zumba como enjambre en mi cabeza loca. Siento pena por mí, por ver que mis veredas llegan donde siempre. El labio seco herido de sed lleno de silencios. La lengua hecha nudo escondiendo el secreto de sus propias palabras...efluvio de frases intangibles y frías.

Me da rabia este cuerpo que sé que es el mío, por momentos perdido y encontrado entre sábanas huérfanas del infinito frío. Aquella soledad sin pausa de creciente lástima. Medito un momento haciendo un leve espacio entre los pensamientos: Sigo estando allí suicidado de palabras, mientras el mundo se deshace entre el sudor del miedo…

Los amores sufridos sangran en reproches, son los verdugos que afilan medrosos el puñal de la angustia en la fragua del alba, con sus rostros ocultos sin mover ningún músculo. Buitres hambrientos que en el pico y su garra epitafian mi nombre...El amigo traicionándose solo, la mujer hecha tiempo con caireles de fuego y con sangre en los labios. ¡Oh, festín del insomnio! Esta noche de lluvia va cerrando la puerta a los pasos inútiles...Mi cuerpo yace escondido del mundo…

Errante peregrino acaricio un remanso en el fondo de mí, como una flama… Es espíritu en dignidad sobrevolada, enigma que no dice la palabra. Esencia personal, dolor que brilla, fragancia verdadera, retorno al miserere de mi ser, rendido al fin de caminar la noche.

Distancia presentida, en las alforjas penas, una rosa estéril y metálica redención del poeta… Razón de la existencia, centella de la luz, cadencia sorprendida, plenitud que se exhala: Eterna magnitud del alma.

Escrito en: LETRAS DURANGUEÑAS noche, lluvia, propio, cuerpo

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