A Jesús Marín
En alguna estación del reino
o detrás del cuerpo de Laura
escribe desolación, y las palabras
forman hundimientos,
imágenes siniestras por donde pasó
la lujuria de sus jeans.
Escribe poemas como forma de cruzar
por la greda de Mictlán.
Por aquellos días le gustaba
atarse a los pájaros
y nadar de muertito por el aire
acariciando el abismo.
Yo le vi una vez asesinar la tristeza
y decir está bien y decir hay flores negras
todavía encima del cadáver que llevamos.
Laura era apenas un guiño de luz
sobre el ruido
sordo de los búhos.
Laura espectro,
Laura rosa de los vientos,
distante, doblegada por la voz
astuta de los vórtices.
Está sobre su sombra.
Ha escrito desolación
y espera el hundimiento,
el vacío crepuscular del sábado.
Cae, y desangra versos,
desgaja metáforas. Se cimbran
azules los tallos del cosmos.
Estoy en el bar bebiendo de una lágrima.
No siento la incisión del estruendo.
El nombre de Laura
cruza apenas por el humo de los cuerpos.