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Qué hacer con los hijos en vacaciones

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Qué hacer con los hijos en vacaciones

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IGNACIO ESPINOZA GODOY

Las vacaciones representan uno de los periodos en que los padres y madres de familia no siempre sabemos qué hacer para que los hijos e hijas aprovechen su tiempo en actividades recreativas y no sólo se entretengan con los dispositivos móviles (celular, tableta, laptop, etcétera), con los videojuegos o viendo televisión, por lo que tratamos de buscar opciones de diversión que no impliquen sedentarismo o que pierdan el tiempo atrapados en las redes sociales, que tanto acaparan la atención de quien las frecuenta a tal grado que se convierten en una adicción de la que no es fácil librarse.

Por ello, convendría analizar entre mamá y papá qué opciones reales de recreación pueden ser del agrado de los pequeños y pequeñas para no imponerles una actividad que no les guste y que, al menos para nosotros, sea una donde se van a divertir. Sin embargo, para ello debemos tomar en cuenta su opinión, para no inscribirlos, por ejemplo, en un curso de verano donde las actividades que se realizarán no son compatibles con sus habilidades o sus gustos, de ahí que lo más importante es tomarles parecer en una decisión que también les corresponde a ellos, porque a final de cuentas ellos asistirán todo el tiempo que dure la actividad.

Afortunadamente, con la debida anticipación, diferentes organismos gubernamentales y privados organizan cursos de verano que abarcan desde una amplia gama de deportes, hasta actividades como manualidades, música, dibujo, entre otras, de tal forma que el objetivo es que niñas, niños y adolescentes puedan elegir la mejor opción que se acomode a su gusto, pues la intención es que pasen ese tiempo en una actividad donde se sientan a gusto y en un ambiente donde puedan convivir con otros pequeños o pequeñas de su edad y con los que puedan divertirse y, por qué no, hacer nuevas amistades.

También para fortuna de madres y padres de familia, algunos de esos cursos suelen ser gratuitos o en los que se cobra una cuota simbólica (de recuperación, le llaman en algunos casos), de tal manera que esas actividades estén al alcance de todos los niños y niñas que quieran aprovechar al tiempo de una forma positiva, lejos del celular, la tableta electrónica, la laptop, los videojuegos o la televisión, que son los aparatos que más les roban la atención y el tiempo no sólo a los infantes, sino también a los adolescentes y a muchos adultos.

Aunque, es cierto, la mayoría de esos cursos de verano tienen un costo, tal vez valdría la pena hacer un esfuerzo para realizar dicho desembolso económico ya que se trata de una inversión que se justifica plenamente ya que nuestros hijos e hijas no sólo se divertirán haciendo lo que más les gusta, sino que al mismo tiempo aprenderán de lo que más les interesa, así que, insisto, ese gasto es uno de los mejores que podemos efectuar, pensando en que les hacemos un bien a los vástagos al inscribirlos en ese curso donde se sentirán cómodos, rodeado de otros niños y niñas con gustos afines.

En lo personal, pienso que niñas, niños y adolescentes estarán mejor en un curso de verano que en la casa sólo atados a sus dispositivos móviles, donde casi siempre tienen todo a la mano cuando se trata de ingerir botanas o golosinas que no les aportan nada en el aspecto de la nutrición y lo cual podría reflejarse posteriormente en alguna enfermedad como la diabetes por el exceso en el consumo de azúcares, u otra serie de padecimientos crónico-degenerativos si no se cuida lo que se ingiere en los diferentes tipos de alimentos.

Es por ello que también debemos velar por la salud de nuestros vástagos cuando elegimos, junto con ellos, un curso de verano acorde con sus gustos, sus destrezas, sus habilidades, de tal manera que las actividades que realicen sean precisamente tomando en cuenta todos los factores mencionados con anterioridad ya que finalmente ellos serán quienes pasen ese tiempo en el sitio que hayan escogido para divertirse en este periodo en el que usualmente se aburren por carecer de opciones de sano entretenimiento, sobre todo si los padres de familia no nos preocupamos por ese aspecto, esencial en su crecimiento y desarrollo.

Una vez que transcurra ese lapso de vacaciones y que haya concluido el curso de verano al que hayan sido inscritos, los hijos e hijas terminarán satisfechos de haber participado en esas actividades y, sobre todo, por haber aprovechado el tiempo de una manera sana y positiva, haciendo lo que más les guste, ya sea en deportes, manualidades o la música, que son los aspectos que más les llaman la atención.

En caso de que los pequeños o pequeñas no puedan acceder a un curso de verano, por la limitación de los recursos económicos, mamá y papá podrán ponerse de acuerdo en la mejor forma de que sus hijos e hijas aprovechen las vacaciones en actividades que no involucren todo el tiempo el uso de los dispositivos móviles, sino que también dediquen un espacio para actividades de otro tipo, que sean benéficas para el cuerpo, la mente y el espíritu.

Escrito en: Padres e hijos tiempo, actividades, curso, verano

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