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Mario Vargas Llosa, los clásicos nunca mueren

Mario Vargas Llosa, los clásicos nunca mueren

Mario Vargas Llosa, los clásicos nunca mueren

ÓSCAR JIMÉNEZ LUNA

Es costumbre encasillar a ciertos célebres escritores en el género que han logrado tener mayor fortuna; Mario Vargas Llosa ha pasado a ser, por lo mismo y con sobrados méritos, ante todo el "novelista", dejando injustamente de lado su labor como ensayista y todavía más lejos su producción teatral y periodística. Entre sus escritos destacan también, por su largo aliento expositivo, los trabajos dedicados a Flaubert, Víctor Hugo y Juan Carlos Onneti (Gabriel García Márquez y José María Arguedas merecerían amplios apuntes aparte). Vale la pena entonces comentarlos, así sea a vuela pluma.

No deja de llamar la atención la constancia de las fidelidades literarias de este autor. Porque parece que en su caso cada uno de los descubrimientos narrativos en la infancia y juventud, como ejemplos, le dejaría una fuerte huella intelectual. Bastaría para sustentar esta apreciación, revisar la lista de los autores que menciona en la espléndida obra "La libertad y la vida", 2008, para reafirmar la omnipresencia de sus libros de cabecera.

El célebre autor de "Madame Bovary", en principio, fue capital en la formación de Vargas Llosa. De hecho, se ha llegado a decir que el novelista francés representó una especie de guía tutelar en el tipo de escritor que él quería ser. Enamorado de la protagonista de la narración -según sus propias palabras- encontró en el magnífico taller de Flaubert -la alta factura de los recursos con que relata a una heroína poseída por la pasión amorosa en un ambiente de provincias- toda una fuente de lecciones. Después de algunos años, publicó tales hallazgos en el volumen "La orgía perpetua", aparecido en 1975. La obra, con las citas en su idioma original, es por su estructura un curso abarcador sobre el tema: la historia de un encuentro definitivo entre un autor y un lector -con una etapa definitiva en el París de los cincuentas- el repaso del proceso creativo de la novela moderna por antonomasia -integrada en una utilísima y clarificadora serie de preguntas y respuestas-, para llegar a las aportaciones técnicas debidas a la famosa obra decimonónica (el tratamiento caracterológico de los personajes, el adecuado manejo de los tiempos, los distintos tipos de narrador, el estilo indirecto libre, el monólogo interior…entre otros). Este compendio de conocimientos -que luego madurarán en Proust, Joyce y Faulkner- podría ser, si los aspirantes a escritores de ficción tuvieran la disposición de leerla lápiz en mano, una de las grandes oportunidades para aprender a resolver los retos de un intento más ambicioso por emprender a cabo una buena novela.

Más tarde, Vargas Llosa regresará a una trayectoria inmediatamente anterior a Flaubert: el Universo de Víctor Hugo, a "Los Miserables", cuyas lecturas parecen multiplicarse infinitamente (ahora mismo se proyecta en las pantallas de los cines una versión musical de la obra). Jean Valjean y su novela río, cuyas afluentes se ramifican por muchas historias sostenidas por una viga maestra: la transformación de un hombre por la caridad de un sacerdote. Deslinde entre la ley y la justicia, recuento histórico de una guerra civil, acercamiento a la relación de padres e hijos, en "Los Miserables" cabe todo, o casi todo; por eso el escritor hispano-peruano tituló significativamente su estudio temático "La tentación de lo imposible" ( 2004).

Resultado de un seminario que Vargas Llosa impartió en la Universidad de Oxford, la novela de Víctor Hugo es analizada desde su propuesta principal: el autor como un suplantador de Dios, capaz de crear un escenario narrativo de múltiples elementos. El alma, el poder, el amor. Y sus encarnaciones temporales: Valjean, Javert, Cosette, Gavroche, los Thénardier, Marius…, en un inmenso tejido en donde resplandece desde lo más sublime y hasta la más baja de las miserias humanas. Qué fortuna contar con un libro como el que se comenta, porque puede ser la mejor compañía de una lectura tan ancha (de casi mil páginas). Un breve paréntesis a propósito: alrededor del año 2000, en el Círculo de lectores que coordino desde 1992 nos dimos a la tarea de leer -valga la redundancia- la novela completa. Y la llevamos a cabo. ¡Cómo me hizo falta un estudio como el de Vargas Llosa!, aunque estaba bien provisto de prólogos y notas para complementar las sesiones colectivas. Cuando me ocurre algo así, siempre recuerdo una frase de la película italiana Cinema Paradiso: "el progreso siempre llega tarde". ¿Tarde? Solamente para ciertas ocasiones específicas. Ahora que ya contamos con tal obra, no descarto la posibilidad de repasar algún año no lejano cada una de las hojas de "Los Miserables".

Aprovecho la oportunidad para destacar otro punto que llamó mi atención en los subrayados de dicho estudio: la invención de Gavroche, el inolvidable niño caído trágicamente, y que resumía lo más extraordinario de la luz y la esperanza, lo que lo convierte en uno de los más memorables personajes de la literatura universal. Otra razón para regresar permanentemente a la novela.

El tercer título aborda a un reconocido autor latinoamericano: "El viaje a la ficción. El mundo de Juan Carlos Onetti" (2009), también consecuencia del curso que impartió en Georgetown University . Confieso que, a diferencia de los dos anteriores, apenas si me he asomado a esta obra. Sin embargo, observo que su planteamiento es más o menos similar al de los otros. Biografía, influencias y contextos, son las líneas generales de este tipo de despliegues ensayísticos de nuestro Premio Nobel. Pero tengo el propósito de leerlo con mucha atención para tal vez lograr entender un microcosmos tan profundo y a veces tan complejo. Soy partidario de la literatura difícil, como se le llama. Y un próximo reto será repasar "Juntacadáveres", "La vida breve", "El infierno tan temido", "Dejemos hablar al viento", y sus cuentos que más que decir sugieren a través de oscuridades y silencios. Una vez tuve este libro de Vargas Llosa y lo perdí en el Aeropuerto de la ciudad de México…y no descansé hasta volver a conseguirlo. Yo creo que será muy provechosa la recompensa final. Me detengo -prosigo- en el índice y se abren ante la vista no pocos lugares interesantes: "Un joven vago y soñador", "La huella de un maldito: Céline", "Mitología del burdel", "Santa María bajo la bota"…

Mucho le debemos a las letras imaginativas de Vargas Llosa, como ya se ha reconocido en todo el planeta, y a su invariable temple intelectual. Nuestra admiración y gratitud no disminuye, sino al contrario, cuando nos situarnos en su clase del buen maestro de literatura que nunca ha dejado de ser. Habrá que esperar también sus cátedras sobre Borges…y su nuevo libro, "Los tiempos recios", o algo así…que ya se anuncia.

Escrito en: LETRAS DURANGUEÑAS Vargas, Llosa, autor, novela

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