Violencia: la realidad que nos devasta
Lejos de los buenos propósitos del gobierno que encabeza Andrés Manuel López Obrador, la violencia en la que se encuentra inmerso el país nos golpea cada día y nos regresa de los discursos a la cruenta realidad en donde la cifra de personas muertas aumenta conforme pasan las horas.
Los decesos incluyen integrantes del crimen organizado pero también militares, policías, civiles que estuvieron en el momento y lugar incorrecto o que se resistieron a una extorsión, secuestro o asalto, lo mismo mujeres que hombres así como menores de edad.
Tal parece que la amenaza del Presidente hacia los delincuentes respecto a que los acusaría con sus mamás no ha dado resultado y que se necesita más, mucho más que hacer un llamado a "dejar las armas". Se requiere de una estrategia real de seguridad pública, la cual, hasta el momento no muestra ningún avance ni diferencia respecto a lo que hicieron Felipe Calderón Hinojosa o Enrique Peña Nieto. Por su parte, los gobiernos estatales continúan sin saber qué hacer pues ni la Guardia Nacional ha servido en zonas conflictivas.
Lo sucedido en Aguililla, Michoacán, donde elementos de la Policía estatal fueron emboscados y 13 de ellos perdieron la vida, fue un triste recordatorio de que la violencia nunca se ha ido, ni con la "Cuarta Tranformación". Al contrario, se fortalece y se dispersa sin que nadie se lo impida porque al Gobierno Federal no le gusta "reprimir".
Existe la ilusión por parte de AMLO que al dar becas o apoyos en programas sociales, las personas que forman parte de la delincuencia dejarán ese estilo de vida, incluso hasta se pensó en implementar el programa de "Sembrando vida" en el llamado Triángulo Dorado para que así, se dejen los cultivos ilícitos. Esto, por supuesto, es un sueño guajiro.
Aunque en Durango se tiene una relativa calma y en lo que respecta a la capital, incluso se cataloga dentro de las diez ciudades más seguras en la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU), que realizó el INEGI, hay otros municipios que viven un contexto muy diferente.
En las últimas semanas, los medios de comunicación han dado seguimiento al desplazamiento de familias que huyen de sus lugares de origen por la violencia, caso específico en Pueblo Nuevo. A este tema no se le ha dado la importancia debida y sin duda, deber ser un foco rojo que atienda la autoridad competente y dejar de aparentar que nada pasa.
Tenemos serios problemas y para desgracia de la población en general, no se vislumbra una solución real a mediano plazo. ¿Qué haremos?
PUNTO Y APARTE.- La renuncia del líder sindical petrolero Carlos Romero Deschamps acaparó ayer la atención nacional, pues luego de 26 años de estar al frente de este gremio, dimitió horas después de que el propio AMLO confirmara que su gobierno interpuso dos denuncias contra él.
El priísta Romero Deschamps es un monumento a la corrupción y la impunidad. Su vida y la de sus hijos, repletas de lujos así como dispendios, son una ofensa para el pueblo mexicano que solo hace corajes al verlo disfrutar del dinero y del poder que lo cobija.
Algunas personas se sienten optimistas con esta renuncia con la esperanza de que al fin saldará cuentas con la justicia pero hay razones de sobra para dudar.
La actitud de López Obrador en cuanto a la aplicación de la justicia ha sido por demás tibia. No procedió contra Peña Nieto, ni mucho menos contra su amigo Manuel Bartlett ni contra varios de sus adeptos que tienen un negro historial. Lo poco que ha hecho ha sido para obtener algún beneficio para su proyecto, como lo es el caso de Eduardo Medina Mora Icaza. ¿Qué habrá negociado con el ex dirigente del sindicato petrolero?, ya el tiempo lo mostrará.
Twitter: @citlazoe