Ni la 'guerra' ni los abrazos han funcionado
Fue el 10 de diciembre de 2006 cuando Felipe Calderón le declaró la guerra al narcotráfico. Inició la estrategia federal para confrontar al crimen organizado que dominaba ya sectores empresariales, gubernamentales y por supuesto de seguridad pública. Al final de su sexenio, la cifra de muertes por dicha decisión fue de 121 mil 35 muertes violentas en todo el país.
Y aunque la intención al inicio fue aplaudida por muchos, nunca se dio cuenta que la corrupción al interior de las instituciones del Estado arruinaría dicha estrategia, por lo que la ola de violencia que se desbordó en México enlutó a miles de familias y la presión mediática terminó por satanizar dicha "guerra".
Enrique Peña Nieto utilizó ese argumentó para llegar a la Presidencia. Prometió devolver la paz al país cambiando la estrategia de seguridad, cosa que nunca ocurrió y terminó por dejar más de 165 mil muertes violentas, la mayoría vinculadas al crimen organizado, durante su sexenio. Es decir ya no había "guerra", pero las cifras empeoraron. A ambos se les acusó de haber fracasado.
Andrés Manuel López Obrador fue un severo crítico de sus antecesores. Aseguró que para lograr la paz se necesitaba mejorar las condiciones de vida del país, crear empleos y bienestar social, no utilizar la represión ni las armas. Y más de 30 millones de personas que votaron por él estuvieron de acuerdo. Habría que dar un giro a la estrategia. Y así fue.
"Abrazos, no balazos", dijo en su momento. Al pasado 9 de octubre, la cifra de muertes violentas en México bajo el Gobierno de López Obrador es de más de 30 mil. Es decir 96 personas asesinadas en promedio cada día en apenas 10 meses de administración.
No ha funcionado el "fúchila, guácala" que propuso el Presidente ante los criminales. Tampoco ha servido amenazar a los criminales con llamar a sus madres para acusarlos y les diera vergüenza. Menos la improvisada Guardia Nacional que se creó al vapor y que prometieron, sería la solución a la creciente violencia en el país.
Hace apenas unos días, el Gobierno Federal presumía un "punto de inflexión" en las cifras de violencia, lo que le daba "confianza" al Presidente para poder lograr la paz en este país a mediano plazo. A menos de 24 horas de esa rueda de prensa (mejor conocida como "mañanera"), dos masacres (una en Michoacán, con 13 policías ejecutados y otra en Guerrero, con 14 civiles y un militar muertos), aniquilaban esa postura.
Y el problema no es exclusivo de una zona del país. Cada día vemos estallidos de violencia en varios estados, que aunque no alcanzan los niveles (aún) de la crisis social que se vivió en el sexenio de Felipe Calderón, nos trae esos amargos recuerdos de cómo empezó todo.
En Durango también estamos viendo problemas derivados de la inseguridad. Es cierto, no con enfrentamientos y ejecuciones en la calle como hace años pero sí con desplazados de la Zona Sierra que están huyendo de la violencia y crimen organizado.
Cerca de 250 personas de Pueblo Nuevo llegaron a Durango capital en días pasados a pedir auxilio. Están aquí, pues no les quedó de otra. Abandonaron sus hogares por temor a ser víctimas de los criminales y no saben si van a regresar. Y aunque el gabinete de seguridad estatal asegura que no han tenido reportes de hechos violentos, la realidad es que esas familias son testimonios vivientes de un problema que lleva años sin atenderse.
Con Felipe Calderón no funcionó la "guerra"; con Peña Nieto no funcionó el "cambio de estrategia"; con López Obrador menos funcionarán "los abrazos". Lo cierto es que cada día vemos que hay menos respeto para las instituciones de seguridad y fuerzas armadas. Que los índices de violencia aumentan y no se ve que haya una estrategia clara para afrontarla. Que lejos de afrontar el problema, se sigue culpando a las "herencias del pasado"... ¿Entonces hacia dónde vamos en materia de seguridad?, ¿Usted qué opina?
Twitter: @jperezarellano