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LETRAS DURANGUEÑAS

Aquellas carreras panamericanas

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ENRIQUE ARRIETA SILVA

Por los años cincuenta fue muy esperada por los durangueños la carrera Panamericana, que partía de Ciudad Juárez para llegar hasta Ocotal, Chiapas, cubriendo una distancia del territorio nacional de 3,440 kilómetros. Los paisanos que contaban con automóvil gustaban de trasladarse al lugar conocido como "Las siete curvas", cercano a Nombre de Dios, para gozar de la pericia de los pilotos en todo su esplendor y del rugido de los motores en toda su potencia.

En la edición de 1950, tomaron parte 131 pilotos, alzándose con el triunfo de los tres primeros lugares, todos pilotos norteamericanos.

En dicha ocasión, la carrera panamericana hizo su entrada espectacular a Durango, el sábado 6 de mayo, aproximadamente a las 12 horas. Era por cierto la segunda etapa.

Hay que decir que la carrera era muy accidentada y llevaba el nombre de panamericana, por la carretera que transitaba.

Tan accidentada que en el año de 1953, en la IV carrera panamericana, que se distinguió por el duelo de los Lancia y los Ferrari, el valiente piloto italiano Felice Bonetto a bordo de su Lancia, tuvo su meta final al estrellarse en una de las calles de Silao, Guanajuato, en donde en recuerdo a su memoria se construyó a unos metros del lugar del accidente un parque que lleva su nombre y se colocó un réplica exacta de su automóvil con su número 34.

La estación de radio local XEDU, se encargaba de cubrir el trayecto y las incidencias de la carrera, desde su punto de partida hasta la meta, lo cual era toda una hazaña de control remoto.

En nuestro país, la carrera Panamericana era de lo más popular, por lo que Durango que era su segunda etapa, no podía quedar atrás en ese entusiasmo, por lo que se congregaba gran número de público para presenciar la llegada de los intrépidos pilotos a bordo de sus rugiente Mercedes Benz, Ferraris, Alfa Romeo, Jaguares, Lancias y demás marcas legendarias, incluso se dio el caso extraordinario de que en 1950, participaran en el accidentado evento los durangueños Leonel Núñez al volante de un Buick 1948 y Celestino Flores Carrillo en su papel de copiloto. La poderosa máquina de los durangueños, ostentaba en el cofre y en la parte superior dos bravos y venenosos alacranes, no podía ser de otra manera, pues por algo "El Charro Avitia" había soltado de su ronco pecho: "yo soy de la tierra de los alacranes."

Como ya se dijo línea arriba, la carrera arribó a Durango el 6 de mayo como a las doce horas, con el público vitoreando delirantemente a sus representantes, pero he aquí que el gozo se fue al pozo, pues para la mala suerte de los pilotos arácnidos, se les había descompuesto el radiador y se habían ponchado cuatro veces. Una vez concluida la carrera, los pilotos alacranes, regresaron a Durango el 16 de mayo al filo de las siete de la tarde, aun portando su carro con el número 89. Dijeron que de entre 121 corredores, ellos habían ocupado el vigésimo séptimo lugar. Por el orgullo alacrán más vale creerlo que averiguarlo, después de todo, dijeron que si bien habían llegado detrás de 26 corredores, pero primero que 94 corredores, y a fin de cuentas lo importante no era llegar, sino saber llegar. Se les recibió con una exquisita barbacoa tipo norteño como para chuparse los dedos, que les ofreció como bienvenida el Club de Caza y Tiro.

Por años, la curva de la Tinaja, fue conocida como la curva de Madrazo, porque decía la gente que en esa curva se había volcado el doctor Madrazo acompañado por el doctor Zaldívar, cuando participaron como corredores en la carrera Panamericana. Sin embargo en honor a la verdad no fue así y el madrazo que se dieron ocurrió de esta manera. El viernes 5 de mayo de 1950, el doctor Guillermo Madrazo Basauri, se volcó aparatosamente en su Mercury 1949, acompañado de los doctores León Zaldívar Gutiérrez y Miguel Terrones Langoné, pero no en la carrera Panamericana, sino un día antes de que llegara la carrera a Durango.

Resulta que tal acontecimiento tuvo lugar en un ensayo de la llegada de la carrera, ordenado por los miembros del Control de dicha carrera, y andando en esos menesteres el doctor Madrazo, acompañado de los doctores mencionados, al salir de la curva de la tinaja, sufrieron la volcadura al estar verificando la seguridad del arribo de los corredores, pero no participando en el evento como corredores. Los tres prestigiados doctores, resultaron con lesiones leves, pero al fin y al cabo buenos doctores se curaron ellos mismos.

Volviendo al regreso de la Panamericana a Durango, la prensa informa que la meta final de Durango, fue la consagración de los franceses Erik Comas e Isabel de Sadeller, el primero como piloto y la segunda como navegante, a bordo de un Studebaker, llevándose el primer lugar absoluto, pues el líder Emilio Velázquez y su navegante Javier Marín, se despistaron en el "Espinazo del Diablo."

Se informó también que Doug Mockett y Angélica Fuentes ocuparon el segundo lugar en un Oldsmobile y que el tercer lugar había sido para Alfonso Cervantes y Pablo Cervantes.

Es de justicia hacer notar, que esta vez también se dio la participación de un carro durangueño, conducido por Xavier Lamadrid, que si bien es de origen tapatío, ha sido adoptado por Durango, subiendo al podio en la categoría Histórico C.

En esta ocasión 2014, la carrera Panamericana tuvo una extensión de un poco más de 3,000 kilómetros, partiendo de Veracruz a Durango, del 17 al 23 de octubre.

Una vez más el "Espinazo del Diablo," volvió a demostrar que más sabe por espinazo que por diablo.

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