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SORBOS DE CAFÉ

Ajena y lejana

Ajena y lejana

Ajena y lejana

MARCO LUKE

Cuánta lástima me dan los mortales encadenados a la gravedad, en cuanto a mí, son tus piernas lo que me mantienen atado a esta tierra.

Y como vagabundo, disfruto de la última parte de la historia de mi humanidad, entre la catastrófica promesa de un apocalíptico desabastecimiento de tus besos.

Mi manera de disfrutar de la inmensa divinidad contenida en el mundo, es contemplándote de lejos, disfrutándote en cada sueño y soñándote para vivir en paralelo a esta realidad sin ti.

Una realidad que me ha decepcionado, que me ha golpeado con desamores, que no le ha sido suficiente sacarme las entrañas con sus quirúrgicas ganas de verme morir en soledad.

A veces quiero imaginar que no es mala suerte, sino que, lo más probable, es que habito una dimensión que no me corresponde.

Es esta vida donde la falta de compasión es el aire que respiro, y las ilusiones, son la moneda de cambio; ahora puedes entender mi pobreza.

Ajena y lejana.

Esas son las damas que te tienen metida en mi alma, y entonces, obligadas, mis manos te esculpen por las noches en delicadas cinceladas, así se desahogan mis apasionadas ganas de morir en tí.

Sin embargo, soy un sobreviviente, y te llevo como escapulario, como talismán de alguna civilización que me heredó unas cuantas supersticiones.

Sí, ahora me refugio en el azar, y he diseñado nuestro futuro con la soberbia del escepticismo y la vanagloria de quienes presumen haberme roto el corazón.

Con el desencanto de esas personas que fueron, he cimentado mis muros, y de quienes me hubiera gustado que fueran, me bastas tú.

Tú, que no eres sólo la reciente, ni mucho menos un mero capricho del éxtasis descoyuntado.

Eres el caballo en mi Troya, y me he atrevido a reescribir la historia, yo sí sabía el final de esta guerra donde terminarías quedándote con todo, porque el cómplice de mi derrota, es el amor que le tengo a tus victorias.

Eres la decisión perfecta, la que mis años de experiencia eligieron para mezclarse con tu juventud, virtud que presumes junto a una rara inteligencia.

Pero además de esa coincidencia, destinada por la insistencia de compartirnos historias, llevas contigo el mayor de los méritos.

El de que tu amor sea maravilloso como imposible, así, me permites sostener la ilusión de tenerte y nunca dejarla desvanecerse.

Viviré el resto de mi vida en esta hermosa paradoja de ser dueño de acariciarte y tenerte en mis pensamientos cuando me dé la gana, en lugar de desgastarnos en la inutilidad que prefieren los que fingen amarse sólo porque entregan su cuerpo.

Y moriré con tu paradigmática e involuntaria sabiduría, para proteger mi frágil monotonía.

Escrito en: Sorbos de café tenerte, quienes, morir, ganas

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