Juneteenth

"Del mismo modo que no sería un esclavo, tampoco sería un amo. Esto expresa mi idea de la democracia".

Abraham Lincoln

En cuarta semana de protestas contra la violencia racista, el día 19 de junio se rememoró el Juneteenth. Esta festividad celebra el aviso de libertad a los últimos esclavos africanos en Texas, a dos años y medio después de la firma de Proclamación de Emancipación por parte de Abraham Lincoln y a dos meses después del fin de la guerra civil.

La historia nos refiere a que, a pesar de la prohibición de la esclavitud, no lo es así la discriminación. La cual a causa de políticas extremistas ha ido en aumento.

Como reacción en el alza de estas acciones discriminatorias y a partir del caso de George Floyd, las protestas en contra del capitalismo racial se han fortalecido. "No puedo respirar", últimas palabras de Floyd han sido estampadas en pancartas y cantadas por multitudes, como signo solidaridad, alrededor del mundo desde el 30 de mayo.

A medida que los participantes se solidarizan con los manifestantes en Estados Unidos también piden un ajuste de cuentas con las injusticias pasadas y contemporáneas en sus regiones, buscando crear una sociedad inclusiva, equitativa y democrática en la que todos seamos valorados, el riesgo y la oportunidad no se distribuyan desproporcionadamente por raza, la justicia no cobre con la vida.

COVID-19 ha sido un catalizador para acrecentar desigualdades. El virus ha tenido una mayor afectación en minorías y comunidades de bajos ingresos, donde es más difícil practicar distanciamiento social y la naturaleza del trabajo no permite el trabajo remoto.

Y es que no es razonable que en un mundo donde ya se debate la autonomía y dependencia que debe tener el equipo de inteligencia artificial y ya se presenten humanoides en ferias de tecnología, la discriminación siga tan vigente como para marcar una diferencia del 52% entre los seres humanos, respecto a la posibilidad de un mejor bienestar material basado en la tonalidad de piel, apremiando la más clara. En Latinoamérica, México tiene el segundo lugar en dicha disparidad, solamente después de Ecuador y Trinidad y Tobago.

Aunque México no sufre los extremos de racismo abierto de Estados Unidos, cada vez se viven más injusticias y rechazos entre los distintos grupos sociales. El clasismo, el racismo y las muchas formas de exclusión forman parte central de nuestra construcción social. Vivimos en una sociedad centralmente estratificada que sufre las muchas diferencias de trato y de acceso al ejercicio de derechos. Este orden si bien surgió en épocas coloniales, no ha podido ser abatido ni por la Independencia, ni la Revolución, ni la transición a la democracia. Ello explica, en parte, la victoria electoral de AMLO en 2018.

El Think Tank Espinosa Yglesias (CCEY), que se dedica a la investigación de movilidad social en México, halló que los niños nacidos en el quintil más pobre de la sociedad tienen solo un 3% de probabilidad de llegar al más alto. Situación que se agrava con las mujeres y con la población del sureste del país.

A más de tres meses que la pandemia llego al país y con actividades retomándose poco a poco, podemos observar cómo en sectores poblacionales menos favorecidos la pobreza le gano a la vida, con solamente el 20-23% de los trabajos como home office, mayormente ocupados por los deciles de mayor ingreso en el centro y norte del país.

En este sentido resulta incomprensible la confrontación del presidente con el Conapred y la renuncia de Maccise, mujer totalmente preparada para el cargo y que le brindaba pluralidad al Organismo. Urge la estabilización de este Organismo, dado que hay mucho por hacer para proteger a los grupos discriminados del país, entre ellos comunidad indígena, afro mexicana, trabajadoras del hogar, comunidad LGBTTTI, entre otros que a la fecha no dejan de abrazar una realidad en donde son discriminados día a día.

@GamboaSofia