
Un millón de niños, sin escuela por la pobreza
Al iniciar el sexenio de Andrés Manuel López Obrador el panorama de la educación es poco alentador: las deficiencias en los servicios educativos que van desde deficiente infraestructura hasta falta de mobiliario, agua o internet, repercuten en el nivel de aprendizaje y contribuye a “reproducir o profundizar las desigualdades de origen”en el país.
Así lo concluye el Estudio Diagnóstico del Derecho a la Educación 2018, publicado por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) este lunes 3 de diciembre.
Además, aunque la educación sea un derecho establecido en la Constitución y el Estado otorgue el servicio de manera gratuita, más de un millón de menores de edad no asisten a la escuela porque viven por debajo de la Línea de Pobreza Extrema por Ingresos (LPEI), lo que representa 13.2% de niños y jóvenes en edad escolar. La mayor tasa se encuentra entre jóvenes de 15 a 17 años con 35.2% y le sigue los niños de entre tres y cinco años, con una tasa de 22.5%.
Respecto a la accesibilidad económica, se identificaron mayores barreras en el nivel medio superior, pues en el ciclo escolar 2016-2017, 12.8% de los alumnos en este nivel, abandonó sus estudios.
Entre las principales razones de deserción escolar en medio superior reportadas en 2012 se encuentran: falta de dinero (36.4%); le disgustaba estudiar (7.8%); consideraba más importante trabajar que estudiar (7.2%); problemas para entender a los maestros (7.1%); se embarazó, embarazó a alguien o tuvo un hijo (4.7%); y se casó (3.4%).
El estudio concluye que si bien el artículo Tercero Constitucional establece que toda persona tiene derecho a la educación, la evidencia presentada muestra que el acceso, permanencia, trayectoria y aprovechamiento “están fuertemente ligados a las barreras de acceso” debido a su condición económica, indígena, situación de discapacidad, embarazo o maternidad o lugar de residencia.
Además, el sistema educativo mexicano “tiende a reproducir, en el mejor de los casos (si no es que profundizar) las desigualdades de origen, ya que no destina los mejores recursos (infraestructura, personal docente o materiales) a las escuelas en las que asiste la población con condiciones iniciales en desventaja, por lo que las brechas en el aprendizaje se profundizan ampliando las desigualdades en los resultados de la educación”.