
Michelle Galaviz presenta ‘A imagen y semejanza’
‘A imagen y semejanza’ es el resultado de una introspección, de un año donde el óleo y la tela se hicieron uno solo. De las ganas de desmenuzar el retrato familiar en temas ligados a los arquetipos. Es uno de los proyectos apoyados por el Programa de Estímulos a la Creación y Desarrollo Artístico (PECDA). Es la reciente exposición de la artista Michelle Galaviz.
Se alberga en una de las salas temporales del Museo de Historia y Arte Contemporáneo ‘El Palacio de los Gurza’ y apenas hace tres días abrió sus puertas. El título surge de esa famosa frase ‘a imagen y semejanza de Dios’, pero llevada al núcleo familiar, a la crianza, según explicó la joven a este medio.
“La idea del tema salió a partir de una serie que había estado trabajando sobre la infancia. Quise hacer un seguimiento sobre ella. Es un descubrir interno muy grande. Te vas viendo desde niño y dije ¿Qué sigue? El núcleo. Me puse a leer y muchos sociólogos aseguran que la familia surgió a partir de la necesidad de crianza de niños, desde hace miles de miles de años”, dijo.
A la mano, tenía la más grande investigación: la de su propia historia. Así que decidió basarse en fotografías de álbumes familiares para empezar a producir las piezas.
“La serie la dividí primero en arquetipos de mamá, papá e hijos y ya sobre eso trabajé conceptos o temas que se desarrollaban alrededor como la sobre adoración que luego existe hacia los padres o de los padres hacia los hijos -no lo vi en mi caso, pero sí en generaciones atrás-. También el tributo que se sigue inconsciente, donde dices ‘se hace de esta forma y yo también lo tengo que hacer porque así me enseñaron’. O en conceptos como ‘tomar’, que hace referencia a aceptar que tus padres así son y no van a cambiar, después ‘matarlos’ que se refiere a que lo aceptas y los sueltas completamente para ser autónomo”.
El proceso fue complicado. No solo por las horas invertidas, por el deseo de cambiar su forma de trabajo y enfrentar esa inseguridad creativa o por buscar “la irresolución de los cuadros, que se vieran completos sin estar completos”, sino por el trabajo emocional.
“Fue capitalizar los sentimientos, aunque no sean los mejores para poder trabajarlo. Son una herramienta o material que tiene el artista para trabajar, es la materia prima intangible, esa que no puedes ir a comprar a ninguna tienda y si no la tienes, no puedes trabajar y es muy frustrante… Pero al final creo que sí lo logré. Ya cuando vi la serie ya curada en la sala fuera de todo el caos del taller ya puede uno ver de todo a todo, dónde estuvieron los errores o incluso eso que creía errores se veían bien”, finalizó.