
Una breve recopilación de frases memorables sobre el are y Jerry Saltz (parte III)
En la colaboración anterior citamos quince frases célebres sobre la compleja relación amor/odio que se ha dado entre artistas y críticos.
Esta cita de Samuel T. Coleridge nos brinda luz para entrar en materia: "Los críticos son generalmente personas que habrían sido poetas, historiadores, biógrafos, etcétera, si hubieran podido; pusieron a prueba su talento en uno u otro de esos campos, y fracasaron; entonces terminaron siendo críticos".
En un extenso artículo publicado en la New York Magazine en abril de 2017 Jerry Saltz narra al lector cómo fracasó en su intento de ser un artista plástico reconocido.
Al inicio de su muy comentado artículo 'Cómo Ser Un Artista: 33 Reglas para conducirte de aficionado despistado a talento generacional (o al menos ayudarte a vivir la vida un poco más creativamente)', que ineludiblemente recuerda al largo y memorable título de la película de Woody Allen 'Todo lo que usted quería saber sobre el sexo, pero temía preguntar', confiesa que se fundió en el difícil proceso de aspirante a artista.
Esta revelación, en las extrañas conexiones invisibles que existen en el mundo de las artes, inmediatamente me remitió a un dialogo de la novela 'El Testigo' del escritor Juan Villoro. En este el protagonista, el escritor Julio Valdivieso (JV), después de varios años fuera de México se reencuentra con Ramón Centollo (RC), por cuestiones de espacio solo reproduzco una parte de la conversación.
(RC) "¿Qué no te acuerdas del Vaquero de Mediodía?".
(JV) "¿Ramón, Ramón Centollo?"
(RC) "Is barniz... ¿Te retiraste, verdad, cachorro? No sucediste".
(JV) "¿Y tú que, eres el chingón de la pradera?"...
(RC) "Yo tampoco sucedí. Las mafias no me dejaron. Ya sabes cómo es esta pocilga. Si no le lames los huevos al príncipe, te jodes. Aquí solo hay cortesanos. No hay lugar para los poetas de hierro. Nunca habrá genios indecentes, irregulares, hijos de la chingada. Las Vanguardias chidas de América Latina jamás hubieran ocurrido en México... La rebeldía no es de este rancho. Publiqué en revistas de Perú, Chile, Colombia, Venezuela, ahí tengo brothers, ahí están mis pares... allá no tienes que ser un señorito, un gentleman fifirifi, un cosmopolitólogo, todo lo que hay que aparentar en Mexicalpan de las Tunas. Rolé por los Andes y el Amazonas, encontré poetas de lumbre, no mamadas, nada de haikus sobre la caída de la hoja. Luego me regresé y me hicieron el feo... me fui cansando, no existí".
En estas líneas Villoro condensa de manera magistral una de las más frecuentes formas en que los artistas se funden, se desaniman, no suceden, no existen. Todos los países tienen sus características propias y el de México aquí está muy claramente descrito.
Las mafias jamás perdonarán o tolerarán un ente individual ajeno a sus intereses: "genios indecentes", "irregulares" e insumisos.
Pero volviendo a Saltz, quien no sucedió como artista, pero que en sus palabras: "considerando que es casi un milagro que finalmente terminé en el mundo del arte como crítico, algo que nunca quise ser, quiero que cada artista tenga una oportunidad, que vea que el poder, el acceso y la acción están en sus manos".
Una de sus principales reglas para ser un artista es que conviertan la envidia en un enemigo, de lo contrario se los comerá vivos: "Como me pasó a mí". Y continúa Saltz: "Habiendo sido artista no veo al mundo del arte como un sitio frívolo. Me veo a mí mismo como parte de esta gran y hermosa familia de gitanos, buscando, anhelando y sufriendo, y bajo presión, haciendo cosas que se tienen que hacer".
Su incapacidad para autocriticar su trabajo de manera equilibrada, a lidiar con la soledad inherente al sacrificado oficio y la imposibilidad que tuvo para adaptarse a la escena del arte neoyorkino de principios de los ochenta tomada por la pintura neo-expresionista, por figuras que empezaban a despuntar como Cindy Sherman, Sherry Levine y Robert Longo, y por los grafiteros, determinaron el rumbo de Saltz.
Al analizar las tres portadas protagonizadas por el nacido en Illinois se puede considerar que fácilmente suscribiría la siguiente frase de Oscar Wilde: "El arte es la única cosa seria en el mundo y el artista es la única persona que nunca está seria".