Crónica

Primero, algunas definiciones.

La crónica, para Susana Rotker, es 'en el ámbito de la lengua castellana, como género y como práctica, el punto de encuentro entre el discurso literario y periodístico'.

Para Juan Villoro es el famoso 'ornitorrinco de la prosa'.

Carlos Monsiváis la define como 'reconstrucción literaria de sucesos o figuras, género donde el empeño formal domina sobre las urgencias informativas'.

No es un recuento cronológico.

Y aunque reconozco y admiro el llamado Nuevo Periodismo, y no entraré en esta columna en debates académicos al respecto, la crónica no nació en Estados Unidos, pues parafraseando a Leila Guerriero, 'en las escuelas suele llamarse Nuevo Periodismo -aquel hecho por Capote, Talese y Wolfe- a algo que ha existido en América Latina desde siempre'.

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De los muchos fragmentos de mi hibridez, uno es la academia. No soy académica aún, pero me gusta creer que estoy en camino y que para el 2030 la situación tal vez esté más clara.

La primera crónica que estudié, digamos 'en forma' -la tesis de licenciatura no cuenta-, fue un texto virreinal de 1692, situado en la Nueva España, que narraba, casi como espejo, los 'tumultos' -palabra de Sigüenza y Góngora- que ocurrían también en el 2014, también en la Ciudad de México.

Mi crónica favorita de Rubén Darío es, en cambio, una larga reflexión sobre la muerte y las preocupaciones que rodean al hombre frente a ella: la necesidad de trascendencia, la posibilidad o el deseo de perseguir a un 'fantasma' -palabra de Agamben-.

Supongo que, de alguna forma, lo que me atrajo fueron los ecos históricos que tal vez me enseñarían algo de mi presente. Y, por supuesto, sus múltiples posibilidades.

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La crónica es una tradición esencialmente latinoamericana. Surge, como la conocemos ahora, con el modernismo, el más latinoamericano de los movimientos artísticos, en una época en la que se intentaban definir las identidades, España ya no era un referente cultural y los poetas latinoamericanos encontraron en los periódicos un medio de hacer llegar el arte a públicos más amplios.

Susana Rotker -mi ídolo académico- escribe en 'La invención de la crónica' que: 'lejos aún en el tiempo de formulaciones teóricas como la famosa de Marshall McLuhan de 'el medio es el mensaje', Martí insistía en otro tipo de actitud y de objetivo, lo cual significa, simplemente, que coexistían reporter y escritores en un mismo espacio [...] es cierta la afirmación de Darío acerca de que los textos modernistas se diferenciaban claramente de los artículos periodísticos gracias a su estilo [...] puede decirse que las crónicas son literatura bajo presión, pero no por eso menos literatura.

[...] Si como material periodístico las crónicas debían presentar un alto grado de referencialidad y actualidad (la noticia), como material literario han logrado sobrevivir en la historia una vez que los hechos narrados y su cercanía perdieron toda significación inmediata, para revelar el valor textual en toda su autonomía'.

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Hace unos días, leyendo 'Desierto Sonoro', de Valeria Luiselli, encontré una respuesta a por qué me gusta investigar: '[...] ninguna de esas cosas tiene luz propia suficiente como para revelar nada. Tampoco las palabras de otro. Pero a veces una luz, por chica y tenue que sea, puede evidenciar la oscuridad, ese espacio desconocido que rodea, y la ignorancia sin bordes que envuelve todo aquello que creemos saber. Y esa admisión y aceptación de la oscuridad es más valiosa que todo el conocimiento factual que podamos llegar a acumular'.

Quise escribir este Itinerante sobre crónica, a sabiendas de que es imposible abarcar nada en una cuartilla y media, porque investigar sus perspectivas históricas ha derribado todo lo que yo creía saber. Y porque desde una visión más bien romántica -no 'romántica' como corazones y rosas rojas, sino como movimiento de fines del siglo XVIII cuya descripción gráfica más acertada es 'El caminante sobre el mar de nubes', de Caspar David Friedrich: la mortalidad y sus pocas certezas frente al abismo de las cosas sublimes-, la crónica es ese sitio en el que criaturas híbridas como yo nos resguardamos y en el que temas, también híbridos, sobre todo universales, encuentran eco.

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@SNGCalderon