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El menos común de los sentidos

No volveremos a las aulas; ¿estamos preparados?

El menos común de los sentidos

EDUARDO RODRÍGUEZ

Un gran número de mexicanos nos encontramos involucrados con la educación de alguna forma: somos estudiantes, profesores, padres de familia, directivos, o una combinación de todas. Además de compartir un "campo de batalla", seguramente también nos acompañamos al sobrellevar la ansiedad que sentimos por regresar a las aulas, ya que definitivamente fuimos defraudados por las barreras que admite el impartir o recibir clases a través de una computadora.

La estrategia del Gobierno Federal indica que será hasta el 24 de este mes cuando los alumnos de Educación Básica y Media Superior se incorporarán oficialmente al nuevo ciclo escolar 2020-2021, fundamentalmente con el apoyo de programas de televisión a través de canales de televisión abierta. Esteban Moctezuma, actual secretario de Educación Pública, mencionó que el inicio del ciclo escolar sería de manera remota, o sea, a través de plataformas que eviten el contacto físico y la aglomeración de personas bajo el supuesto de que "lo más importante en estos momentos es la salud de las niñas, niños y adolescentes". Sin embargo, ante la inconsistencia de los pronósticos sobre el comportamiento de la pandemia en México, y el latente rebrote hacia finales de año, la duda sobre el regreso a las escuelas se vuelve más permanente que ocasional.

¿Qué pasaría si efectivamente no regresáramos a las aulas pronto? ¿Quiénes serían los más afectados? ¿Educación básica? ¿Media superior? ¿Superior? Independientemente de las carencias tecnológicas en el país, ¿qué tan carentes serían los aprendizajes? ¿Qué están sacrificando los alumnos al confinar la enseñanza a la casa? La educación abarca un concepto mucho más amplio que la transferencia de conocimientos y la práctica de destrezas.

El pésimo y errático manejo de la pandemia convertida en un asunto político menospreciando la salud pública deriva ya en un confinamiento de casi cinco meses que ha impactado de manera rotunda y definitiva la vida de millones de estudiantes que no podrán tener un acceso equitativo para su educación.

La educación básica y media superior constituyen la base del proceso de desarrollo educativo de las personas; del correcto aprovechamiento en estas etapas dependen las posibilidades de éxito posterior cuando se toma la decisión de profesionalizarse en algo.

Hoy el acceso dependerá especialmente de las posibilidades que se tengan en los hogares y del apoyo familiar. Comunidades que contaban con un docente, donde se puede seguir impartiendo clase ya que los salones no aglomeran a más de 10 personas, hoy estarán sujetas al acceso que tengan a la tecnología y a la señal satelital. Incorporar a uno de los poderes facticos al proceso educativo es más complejo de lo que pudiera comprenderse en primera instancia.

La escuela se concibe como uno de los espacios más significativos para el ser humano, donde se adquieren y desarrollan competencias para la vida como la capacidad de comunicarse, dialogar, interactuar, negociar, resolver conflictos. Además, un infante desarrolla valores como la empatía, solidaridad, respeto, tolerancia, etc. Por ello, confinar la educación a la casa significa una desventaja para la humanización y la socialización de la persona, en deterioro del desarrollo pleno de su ser y sus potencias.

Finalmente, ahora que la educación pasará de las aulas a la casa, es necesario identificar lo más importante: detener la brecha educativa tan marcada en nuestro país. Hoy, en lo que encontramos las claves para que la educación a distancia cumpla con su función alfabetizadora y formativa, no nos queda más que reforzar el círculo primario de aprendizaje del ser humano: la familia. Así como los niños, niñas y adolescentes se han estado adaptando a lo digital -con la mejor de las suertes- así también deben, autoridad y docentes, adecuarse a esta nueva normalidad donde lo más importante no debe ser una calificación numérica, sino la capacidad de adaptación y crecimiento de los estudiantes, de la mano de los mejores maestros: sus padres.

@eduardguezh

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