
¿Adicto a las quesadillas? ¡Cuidado!
Tortilla y queso derretido, una combinación adictiva que termina enamorando a cualquiera y que se puede convertir en una experiencia sin igual si todavía le agregas asado rojo, rajas, picadillo o el guiso de tu preferencia.
¿Delicioso, no? Como muchos otros platillos mexicanos, llevarlo al exceso puede traer considerables daños a tu salud, pero ¿qué pasa si comes todos los días una quesadilla, específicamente frita?
LOS RIESGOS
Una quesadilla puede ser nutritiva, desde la tortilla, cuando esta pasa por un proceso de nixtamalización, en el ingredientes como el calcio y algunas vitaminas se potencian en la tortilla, dando paso a un alimento sano.
En realidad el "riesgo" de comer quesadillas siempre parte de freírlas.
"Aunque el aceite no es el peor enemigo de nadie cuando se lleva una buena alimentación, ejercicio y descanso, sí puede aumentar grasas a los alimentos, transformando la comida en una bomba calórica que puede desembocar en cardiopatías si se consume bastante seguido", informa El Universal.
"En cuanto al queso, tampoco es malo comerlo. Sin embargo, importa mucho con qué se acompañe, no es lo mismo añadir queso a una ensalada, que añadirlo a una hamburguesa. Con las quesadillas sucede lo mismo. Cuando se come en grandes cantidades suele ser riesgoso por su alto contenido en sodio y grasas saturadas; sin embargo comerlo con moderación no integra ningún daño", agregan en su investigación.
Lo ideal, de acuerdo a expertos en nutrición, es reducir su consumo diario y evitar quesadillas fritas. También si puedes, cambia el queso chihuahua, manchego, oaxaca u otros grasos por unos más ligeros como el queso fresco y el panela.