
Arte barroco en el Munal
Un diálogo abierto con la colección virreinal del Museo Nacional de Arte (Munal), a partir de una selección de 32 piezas del artista guatemalteco Darío Escobar, integran la exposición "La palabra es de plata, el silencio de oro", en la cual conviven la tradición artística novohispana y el arte contemporáneo.
La muestra se instaló en las salas virreinales del recinto, como parte de los festejos por su 40 aniversario y dentro de la estrategia #VolverAVerte del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal).
En esta muestra, Darío Escobar presenta una colección en la cual los objetos de la vida cotidiana se transforman, invitando al espectador a reflexionar sobre los diálogos, contraposiciones y significados que encuentran espejo con el arte barroco novohispano.
La exposición comienza con una instalación en el vestíbulo del antiguo Palacio de Comunicaciones y Obras Públicas, donde el acero y el vidrio se miran en el proyecto arquitectónico porfiriano de Silvio Contri.
DIÁLOGO EN INSTALACIÓN
Tres monopatines con preciosistas repujados en plata conviven con los ángeles de Baltasar de Echave Orio, Luis Juárez y José Juárez. Las figuras "Anverso y reverso y Esfera No. 1" anuncian como "rompimiento de Gloria" el diálogo entre la Tierra y lo celeste, y se elevan sobre pinturas que formaron parte del retablo mayor de la Iglesia de Santiago Tlatelolco. De igual forma, en guiños sinuosos, Kukulkán I replica el movimiento de los cortinajes marianos.
La instalación de caucho vulcanizado, acero y bronce, titulada "Quetzalcóatl", alude a las cosmogonías prehispánicas y a los reptiles apocalípticos de las pinturas de Baltasar de Echave Ibía y Alonso López de Herrera.
MÁS REPRESENTACIONES
Un vaso desechable de una afamada cadena de comida rápida representa el nuevo "cáliz", mientras una caja de cereal intervenida como alegoría de la eucaristía capitalista miran de reojo a las representaciones de la "Última Cena", de José de Mora,y del ciclo del apostolado de Cristo, atribuido a los pinceles de José de Ibarra. A su lado, "Dibujo silencioso" recuerda memorias familiares del artista en páginas de libros que parecen desprenderse de los textos que portan los evangelistas.
La apuesta de un bat de beisbol con repujados anuncia el éxtasis de san Francisco de Asís y el brocado de la casaca del virrey duque de Linares. En frente, los mensajes cifrados -como evocación de luz- de un nuevo tiempo neobarroco, remiten a las teorías estéticas del italiano Omar Calabrese.
Finalmente, en la sala dedicada a José Juárez se encuentran los relatos de las vidas de santos y martirios con los bumperscromados que siguen el movimiento curvo y ascendente que normó la plástica y el universo del barroco.