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La desaparición de menores de edad en México

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La desaparición de menores de edad en México

Juan Luis Hernández Avedaño

Con información de la Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim), sabemos que durante el 2021 se reportaron todos los días en promedio 14 personas desaparecidas menores de 17 años, entre las cuales dos de cada tres menores son mujeres, y tres de cada cuatro personas son adolescentes, escenario cercano a cualquier guerra civil.

La desaparición de miles de menores de edad en México es una muestra de lo que denominamos la persistencia del "estado fallido en México". En sociedades avanzadas con sólidos estados de derecho también hay personas desaparecidas o secuestradas, pero no representan un desafío a la institucionalidad estatal. El hecho de que en nuestro país las desapariciones se cuenten en decenas de miles y miles de menores de edad específicamente, nos alerta en torno a una catástrofe familiar, social e institucional.

El Estado es la organización política más acabada que hemos inventado los humanos para regular lo más civilizadamente nuestra convivencia social. Dentro de los diferentes modelos estatales, el estado democrático sería la mejor organización para gestionar nuestras pasiones irracionales.

Nuestro país tuvo en el priato el modelo de gobernabilidad autoritaria que implicaba, como decía Octavio Paz, el desarrollo del "ogro filantrópico", es decir, control territorial y social con asistencialismo social. La llegada de la democracia partidaria, las alternancias gubernamentales y la existencia de un sistema de pesos y contrapesos a distintos niveles permitió a México experimentar un tipo de democracia de baja intensidad, pero también, a la par, el propio Estado fue perdiendo capacidades regulatorias y territoriales, permitiendo que el crimen organizado ganara espacios, conciencias, culturas y negocios en un proceso de abajo hacia arriba, de la periferia rural a las metrópolis, de los municipios a las regiones y los procesos nacionales.

Hoy lo que nos dice la Redim es que en México los niños y adolescentes, o mejor dicho, las niñas y las adolescentes, son negocio, uno de los negocios más lucrativos del crimen organizado, y las desapariciones diarias de menores de edad apenas son el reflejo de un sistema cruel de oferta y demanda que no debiera existir. Pero existe, y se desarrolla plenamente en el país, gobierne quien gobierne.

La desaparición de niños y adolescentes debiera ser una sacudida nacional. Es una tragedia en miles de familias, es una tragedia social porque no hay manera de ver cómo se para y se detiene ese mal común, esa injusticia estructural que duele e interpela el mundo que vivimos y sostenemos.

Concibo al Estado como el constructor de bienes públicos, como el artífice del piso parejo en sociedades desiguales, como el mediador institucional de las pasiones egoístas e hiperindividualizadas. Cada vez somos más personas cohabitando en sociedades complejas y por lo tanto necesitamos desarrollar capacidades humanas para aprender a vivir con otros en clave de solidaridad, empatía y cooperación.

Sin embargo, la desaparición de niños y adolescentes en México nos recuerda que en nuestros entornos parece ir ganando la batalla cotidiana quienes piensan que la ley de la naturaleza o la ley del más fuerte es la clave para sobrevivir en este tiempo. No obstante, seguiremos apelando a que nuestros niños y adolescentes merecen una vida libre de violencia y un futuro más promisorio y justo. Seguiremos insistiendo que el Estado tenga las capacidades no sólo para encontrar a nuestros desaparecidos sino para tener control territorial que impida que ejércitos privados priven de la libertad a quienes tienen una vida por delante que les espera para ser felices.

O Politólogo, Rector de la Ibero Torreón-Monterrey-Saltillo

Escrito en: Agora Pública menores, México, miles, personas

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