
Mancinelli: el sastre que viste a los cardenales
A pocos días del nuevo consistorio, cuando se crearán nuevos 20 cardenales, la tienda de Raniero Mancinelli en el barrio del Borgo, al lado del Vaticano, es un continúo entrar y salir de personas que ultiman los preparativos para la vestimenta de los purpurados y es que este sastre ha vestido desde hace 60 años a los "Príncipes de la Iglesia" y a los últimos tres papas.
"Este año no hemos tenido ni vacaciones y aun estamos aquí para la carrera final", explica Mancinelli, pues debido a este inédito consistorio de finales de agosto ha trabajado todo el verano para vestir a varios de los nuevos cardenales que acudirán al Vaticano el 27 de este mes para recibir la "birreta" de las manos del papa.
Mancinelli, de 85 años, rechaza con humildad revelar a cuántos de los cardenales de este consistorio ha preparado las vestiduras, pero enseña en su pequeño taller una decena de ellos ya terminados, mientras que en la entrada de su histórica tienda, fundada en 1962, un traje completo espera a que su propietario venga a llevárselo en las próximas horas.
Este sastre, una verdadera institución en el Vaticano, estudió en la escuela Salesiana y se especializó en sastrería y como sabía que había necesidad de sastres eclesiásticos se especializó en este sector, en el que es necesario conocer la precisa indumentaria de los sacerdotes, obispos, cardenales y también de los papas.
Por ello explica con pasión que cada purpurado ordena dos trajes, uno el llamado "hábito coral", en rojo intenso que simboliza la sangre derramada por Cristo, y por lo mismo, "los cardenales tienen que estar dispuestos, si es necesario, a morir por Cristo defendiendo la fe católica".
Se compone, explica, de sotana de color rojo, una banda de seda del mismo color con flecos, roquete blanco con encaje, la muceta, la cruz pectoral sostenida sobre la muceta por un cordón de color rojo entretejido con oro y el solideo y el birrete también de color rojo.
Mientras que el otro hábito, que usan los purpurados para las celebraciones no litúrgicas, se compone de sotana de color negro adornada con ribetes, costuras, ojales y botones de color rojo.
Explica que "esta vez algunos de los cardenales han ordenado el traje no litúrgico de color blanco ya que muchos de ellos vienen de países donde hace mucho calor".
"Yo como sastre me esfuerzo para que el cardenal esté vestido bien. No es que yo quiera que se vean mis trajes, sólo quiero, de verdad, que el cardenal esté bien vestido", señala Mancinelli, que asegura que vestir a un purpurado, a pesar de tantos años, "es algo que siempre es un gran placer. Algo muy bonito".
"Trabajo con los sacerdotes desde hace unos 70 años, yo soy viejecito aunque no lo parezca y he servido a tres papas. A Juan Pablo II, a Benedicto XVI, a quien conocía mucho porque era ya cardenal aquí y tenía un trato más familiar y luego a Francisco, que no es que tenga menos trato, pero sí quiere las cosas más sencillas", comenta.
Y quizá esa sencillez se ha contagiado al resto de los que una vez se llamaban los "Príncipes de la Iglesia".
"Antes se hacían dos sotanas rojas, una ligera y otra más de abrigo, pero ahora sólo se hace una más ligera y es difícil que se haga la segunda. Los cardenales ya no visten como antes. Antes se llevaba una capa de ocho metros de cola, pero ahora se hacen cosas con tela más ligera, sencillas... ya no piensan como en vestirse con telas tan costosas", añade.
Y cuándo se insiste en saber cuánto cuesta las vestiduras del cardenal, Mancinelli, como buen sastre veterano, no revela el precio: "Con pocos de miles de euros se visten".
