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Vinata Mr. Mares: crónica de una visita

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DALILA RIVAS

Aprendí a beber mezcal a partir del cine, por lo menos en cuanto a actitud se refiere, es decir de un tirón, hasta el fondo o de hidalgo. Influenciada por las películas de la Época de Oro del cine mexicano, ingenuamente pensaba que así como Pedro Infante frente a la barra de una cantina o Sara García en una poltrona de alguna hacienda provinciana, al tequila y al mezcal había que entrarles con arrojo, valentía o en su defecto, con cierta prepotencia, una que me permitiera enfrentar la fuerte envestida del alcohol. Esto último generó cierto rechazo de mi parte hacia los destilados. Tuvieron que pasar algunos años y que la vida me trajera hasta estas maravillosas tierras duranguenses ricas en fierro, para que el mezcal y yo nos reencontráramos en bella armonía.

Fue un sábado cualquiera cuando mi amigo Alejo y yo decidimos tomar la carretera federal México 45 y desviarnos a escasos 2 kilómetros antes de llegar al centro del municipio de Nombre Dios, el cual por cierto fue declarado Pueblo Mágico desde el 2018. En esta ocasión nuestro destino se encontraba en las afueras del pueblo. Al llegar me sorprendió con agrado el cálido recibimiento de los anfitriones; ya nadie te espera en la puerta para darte un gentil apretón de manos. Los Mares sí. Ahí estaban padre e hijo, esperando para darnos una agradable bienvenida y adentrarnos en el mundo del destilado artesanal. Al entrar nos asaltó vivaz el aroma a fermentado. En una esquina una máquina destiladora, en la otra una mesa y algunos estantes. - Estamos remodelando - me dijo Ignacio, el papá, señalando con la mirada la amplitud del salón - aquí queremos generar un área de esparcimiento para que el turista venga, conozca, deguste y se valla feliz.

Antes de continuar hacia la parte trasera donde se ubica el horno y algunas otras áreas del proceso, Ignacio nos invitó a degustar la tradicional bebida espirituosa. En una barra previamente preparada se mostraban las botellas. Tomé un vasito y mientras me servían el aromático líquido, reconocí apenada mi falta de conocimiento ante la degustación de los destilados. - No sientas pena - me dijo amablemente el anfitrión - el mezcal hay que degustarlo despacio para que nuestros sentidos lo puedan asimilar poco a poco y posteriormente disfrutarlo. Fue entonces cuando supe que Pedro Infante lo había hecho mal y en consecuencia yo también. - El mezcal es como la novia - continuó Ignacio - hay que darle besitos, poco a poco y despacito.

Continuamos nuestro recorrido al interior de la vinata, por supuesto con el trago de mezcal en mano, el que por cierto lleva por nombre el apellido de la familia, Mr. Mares. Ignacio hijo nos contó el proceso de elaboración de manera que pudiéramos entenderlo en su forma más básica. Sin duda, ambos son unos apasionados de la elaboración de una bebida que no es cualquier bebida, sino que también es historia familiar. En los últimos años Durango se ha ido superando a si mismo en cantidad y calidad de producción, así como en reconocimiento ante otros estados como Oaxaca. Mr. Mares produce 1500 botellas anuales de mezcal 100% artesanal de calidad, esto dicho por el propio Ignacio, mientras que en conjunto todas la vinatas del municipio de Nombre de Dios produce alrededor de 142, 700 litros anuales.

Al llegar al área de fermentación nos ofrecieron naranjas. - La mescla del mezcal con frutas es deliciosa - comentó Ignacio. Le di un trago al mezcal a sugerencia del guía, lo degusté unos segundos en mi paladar para luego agregar el sabor cítrico. Una explosión de sensaciones invadió cada una de mis papilas. Una verdadera exquisitez. Fue justo en ese momento que mi opinión acerca del mezcal cambió para siempre, además reconocí la importancia de que alguien te oriente acerca del correcto consumo.

Terminamos nuestro recorrido a las 3 de la tarde, la hora perfecta para acercarnos a la hornilla de Lupita ubicada en las afueras de Nombre de Dios sobre la carretera. Ahí se elaboran las tradicionales gorditas rellenas de guisos. Las más ricas. Chicharrón y discada mis favoritas.

El mezcal aligera las palabras, aclara la mente; el mezcal como el Mr. Mares no es sólo una bebida, es cultura y tradición duranguense. Gracias Ignacios.

Y a usted querido lector, le deseo un mezcalito y un extraordinario inicio de semana.

Escrito en: Desde afuera mezcal, poco, cierto, Mares

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