
Sorbos de café
Llegaste a mí como un Ángel y te observo lanzar sonrisas, lienzo del alma del auténtico que te habita ah, despiertas una emoción intensa que penetra el espíritu, tibia voluntad del albedrío combinando tu emoción y la mía, vértigos de ser uno en la mitad del cielo, nos ayudará y seremos.
Hay atisbos de fe cuando se tiene boca oscura, se hundan en lo profundo de su contemplación fría de indiferencia, que sea larga a lugares sin conducir al cielo.
Consumidas en las dudas de un firmamento perenne, engañan a la mentira con engaño, escondido bajo la almohada de sus impulsos. Yo sé que ante el espejo de la conciencia lo turbios el recoge sin palabra, membranas como letras de túneles no abiertos consagran sus secretos a la ira, angustia adherida al lanzar rocas sin tocarse las manos. Ya no controlan ni su culpa, cuerda invertida donde tropieza el hombre hacia la nada, juegos de palabras que inevitablemente arrastran a beber injurias con esa boca, Articulación más temible permutando esta ruleta en su rostro. Cuántos jueces, cuántos padres y sacerdotes viven en mí, cuántos carceleros, hasta dónde sin ellos llegarán mis alas. Cuántas desde mi ser volarán, quisiera yo saber Cuántas.
Hay un ojo abierto dentro de este sueño qué alerta el movimiento irracional de tu imagen. Indefenso lo dejo mirar creyendo estar despierto, te desplazas por la mente en la noche que me toma el cuerpo desmedido y se abre, se estalla en fragmentos de la lengua. Y me atreví a ese deseo en la vecindad de tus latidos que subvierte, quita, captura, y el purgatorio decide prescribirme la pena ambulatoria en tu corazón, señor condominios de este cuerpo.
Me entrego a este tu mundo que llama de algún modo a esta la latitud afable y obstinadamente limpia, verdad que se expresa en un lenguaje extraño que se impregna las manos , inmóviles los dedos se tensan al retorno, área suspendida por la desnudez que se pliega en cada acierto extendido en líquido del desvelo sobre sábanas que se rasgan. Sin luz hacerme y desnudarte, transmutarme en metamorfosis que rompa máscara quemante y desvanecida por siempre en tu alma.
Cuando no te percibo, para ti diseño yo serenamente y me convierto en gota de lluvia, bosquejo tu corazón recreando su esplendor, me encamino con recogimiento hacia tu templo y tu propio afecto me ruboriza. Cuando no te percibo de tus propios labios, suaves y tiernos, labios que han comprado sonrisas grabando el pulso del desasosiego, y se hacen presentes en el néctar de cada día. Cuando no te percibo especulo sobre mis atuendos que están en llamas del silencio mío, me lanzo yo mismo entre mis diminutas cosas bajo la deseable llovizna de tus abrazos, abrazando tú sol de los recuerdos míos. Cuando no te percibo veo espacio para hacer estatuas de arena con los sueños en este corazón diminuto, y para ti esbozo. Voy estático sobre la actitud de los pies extraviados en la arena y ya no siento el estremecimiento de la renuncia. Cuando no te percibo siento una ligera ebriedad con tu brillo personal y he de esperar atemorizado por convicción delante de mi espejo, preparándome yo mismo para tu resplandor.
Cuando la sombra estrafalaria que guarda tu mente se disperse en momentos en que la paciencia tiene dientes de hiena y abandone su oficio de guía en el viento. Cólmala con la sencillez de la espiga, qué tu sonrisa cristalina crezca, alas abiertas articulando tus pasos, será el momento de volver al punto de partida. Sólo entonces podrás creer que se percibe tu espíritu arando bajo un sol inextinguible, tu esperanza llena de perfume la Tierra, ara la brisa, agita la cosecha su bondad, dejando que tu esencia se vuelque en los bordes de la eternidad. El cuerpo roto borra tu nombre Al contemplar aleteo furioso en el corazón, no vuelvas hurgando respuestas con más palabras que no sabes, daga corrompiendo esencia y mirada, sacúdete un poco la arrogancia que impregna la mente de estructuras corrosivas en rieles de fuego. Las noches serán blancas, canta mujer hermosa, tu canto de lunas blancas será Claro refugio de noches negras.
