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Francisco Villa: El que a hierro mata, a hierro muere

Francisco Villa: El que a hierro mata, a hierro muere

Francisco Villa: El que a hierro mata, a hierro muere

SERGIO SÁNCHEZ CARRASCO

En meses anteriores en esta misma sección, expuse algunos casos donde el Centauro del Norte atentó contra aliados, enemigos y población civil. Esos crímenes alevosos influyeron para que Pancho Villa fuera emboscado en Parral, Chihuahua, un día como hoy 20 de julio. pero de 1923, es decir, hace cien años exactamente.

El asesinato fue ejecutado por nueve verdugos, entre los cuales hubo varios durangueños, pero me enfocaré solamente en dos: Jesús Salas Barraza y José Guerra.

Jesús Salas Barraza era general y fungió como diputado local en las Legislaturas XXVIII y XXIX del Congreso de Durango, que abarcaron de 1920 a 1922, y 1922 a 1924, respectivamente.

Revisé las actas de sesiones de esos períodos, encontrando que Salas Barraza además de levantar el dedo para votar, solo hizo tres actividades concretas: presidir la Comisión de Milicia, que nunca tramitó algún asunto; es decir, muy probablemente le confeccionaron ese encargo a la medida, meramente decorativo.

Propuso que las sesiones no fueran transcritas textualmente, sino resumidas. Y por último, formó parte de una comisión especial del Congreso creada especialmente para visitar al diputado Fernando Gómez Palacio, pues no acudió a sesiones porque se reportó enfermo, pero cuando llegaron a su domicilio, no estaba en casa (es decir, los engañó).

Es importante resaltar que al momento del asesinato de Francisco Villa, Jesús Barraza no había pedido licencia para separarse del cargo y en esos momentos estaba en ejercicio de la investidura; no obstante lo anterior, el Congreso del Estado de Durango no hizo ningún pronunciamiento sobre el actuar de su diputado criminal.

Respecto a José Guerra, en la década de 1970 era el último de los ejecutores que seguía vivo, y radicaba en el municipio de San Bernardo.

Entrevistado en aquellos años por El Sol de Durango, declaró que "al mando de Melitón Lozoya (también duranguense), que nos capitaneaba y que además era nuestro patrón -para él trabajamos la tierra-, nos dedicamos durante más de un mes a espiar, vigilar y acechar todos los movimientos de Villa, sus viajes, sus actividades, en fin, todo lo que hacía en espera del momento propicio para matarlo.

Melitón y Jesús Salas Barraza gozaban de especial protección del general J. Gualberto Amaya que luego fue Gobernador del Estado de Durango, siendo en esa época cuando Salas Barraza fue diputado y Gobernador interino".

Para concluir, enseguida transcribo un segmento de la reveladora columna editorial publicada por El Siglo de Torreón, al día siguiente del asesinato del Centauro del Norte: "Villa fue una amenaza nacional. Fue un individuo que nació para lo que fue: un habilísimo guerrero exclusivamente mexicano, un organizador con grandes dotes, un vengativo y feroz hombre de armas, un irreflexivo, un impulsivo, un primitivo que amó el acre olor de la sangre y los espectáculos feroces del incendio, la batalla, las ciudades rendidas y asoladas por las turbas ebrias de matanza y de pillaje... Nació para jefe de la División del Norte, y si las circunstancias lo hubieran requerido, hubiese organizado otra chusma y hubiera alterado el orden otra vez, de extremo a extremo de la República, como en 1914."

Escrito en: nuestra historia Francisco Villa Barraza, Salas, diputado, sesiones

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