
La gran falacia, perdón, farmacia
Hace unos días se hicieron públicos los detalles de una de las últimas acciones del Gobierno Federal: la habilitación de una gran farmacia que, en la mente del Presidente de la República, a partir de marzo solucionará los problemas de desabasto que han aquejado a esta administración.
El desabasto de medicinas en los últimos cinco años es el resultado de las políticas que iniciaron a principios del sexenio y que tuvieron su primer episodio cuando se cancelaron los contratos de distribución con las empresas que llevaban años haciendo esa función.
Se acusó de corrupción a las grandes empresas que realizaban la distribución de medicamentos. Seguramente había algo de verdad en esa afirmación, pero el costo del desabasto, medido en los gastos que han tenido que realizar las personas que no han recibido medicamentos a tiempo, las muertes que pudieron haberse prevenido de contar con un esquema eficaz de distribución, han sido mayores que lo que hubiera costado regular de una manera mucho más efectiva la competencia en ese sector, de tal manera que reduciendo los espacios de discrecionalidad para todos los actores involucrados, se hubieran reducido al máximo los espacios para la corrupción, sin desmantelar el sistema antes de tener una opción viable para substituirlo.
La promesa, utópica, de tener un sistema de salud como el de Dinamarca en sólo unos años, ha venido teniendo distintas versiones: se eliminó el Seguro Popular, que había sido un modelo eficaz para que las familias de menores recursos no hipotecaran su futuro por hacer frente a una emergencia médica y los gastos que conlleva. Se creó una institución sin ningún tipo de planeación, el Instituto de Salud para el Bienestar (INSABI) como substituto al Seguro Popular, sin embargo tres años después fue eliminado, dejando la tarea de la atención a la población sin seguridad social al IMSS-Bienestar.
Ahora que el tiempo apremia y dado que los mexicanos contamos con un sistema de salud con más carencias que hace seis años, se anuncia que, ahora sí, en marzo quedará resuelto el problema del desabasto. ¿Es posible hacer en cuatro meses lo que no se ha podido hacer en cinco años? ¿Es posible hacerlo desafiando la lógica económica de la logística para el reparto de medicinas a nivel mundial?
Todos los sistemas de salud con cierto nivel de eficiencia dependen del mercado privado para la distribución de medicamente, mediante "vouchers" con los que las personas que requieren medicamentos lo obtienen de la farmacia más cercana a su domicilio, después el gobierno se encarga de pagar esa medicina a quién la proveyó.
La idea de la gran farmacia, con todos los medicamentos que pudieran requerirse y que estos puedan estar a disposición de quién los necesite en 24 horas, sólo puede tener sentido en la mente de alguien que desea que la realidad se vaya construyendo a partir de sus deseos.
Una decisión como esta implica la erogación de miles de millones de pesos, que muy probablemente vayan a terminar, como mucho del dinero que se ha destinado a otros proyectos "prioritarios" de este sexenio, sin recuperarse y con cargo al presupuesto, que al final significa, al final, con cargo a los impuestos que pagamos todos los mexicanos.
En el largo plazo tenemos que vernos en el espejo de los argentinos, que acaban de elegir a una persona evidentemente inestable (emocional y mentalmente, según algunos) como su Presidente, debido a cuarenta años con democracia, pero también con políticas públicas mal planeadas y peor implementadas; cuarenta años de vivir bajo el dominio de una clase política corrupta y egocentrista que nunca supo ver más allá de sus propios intereses.
¿Le suena conocido, estimado (a) lector (a)?
X: @jesusmenav