Ante la Esfinge
La mitología griega demostró que nada es tan letal como una pregunta sin respuesta. La Esfinge destruía con un enigma. Llegó a Tebas para plantear su acertijo y devorar a quienes no pudieran resolverlo. Con la valentía de quien ignora su destino, Edipo decidió hacerle frente. Carlos García Gual describe así el enfrentamiento: "No es un combate feroz [...] El monstruo no usa sus leoninas garras, ni tampoco su canto seductor y acaso mortífero para asustar al joven viajero. Ni sus encantos femeninos para hechizarlo". En vez de atacar, la Esfinge interroga: ¿qué criatura camina en la mañana en cuatro patas, al mediodía en dos y al atardecer en tres? Edipo da con la respuesta que lo hará rey: se trata del ser humano, que primero gatea, luego camina y en la vejez requiere de un bastón.
Desde entonces, la vida de la especie se divide en tres edades. Sin embargo, el enigma planteado por la Esfinge inquieta de otro modo en estos tiempos: ¿qué valor debemos darle a cada etapa existencial? Vale la pena reflexionar al respecto en un periódico impreso, medio de comunicación donde la mayoría de los lectores rebasan los cincuenta años.