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El Arsénico y los estándares internacionales de calidad del agua

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El Arsénico y los estándares internacionales de calidad del agua

El Arsénico y los estándares internacionales de calidad del agua

GERARDO JIMÉNEZ GONZÁLEZ

Desde la década de los sesenta del siglo pasado, algunos profesionales del área de salud de la región reportaron la presencia del arsénico en el agua y en organismos de habitantes de algunas zonas, principalmente rurales. Con el tiempo se realizaron otras investigaciones que refrendaron tal hecho, pero con una tendencia creciente, destacando el Estudio Hidrogeoquímico e Isotópico elaborado por el Instituto Mexicano de Tecnología del Agua (IMTA, 1991), que reporta concentraciones en rangos de 0.007-0.015 mg/l, 0.007-0.013 mg/l y 0.003-0.4430 mg/l en las presas El Palmito y Las Tórtolas, para los dos primeros datos, y en el Acuífero Principal para el tercero.

Un documento reciente (Análisis Costo-Eficiencia para el proyecto Agua Saludable para La Laguna), elaborado por la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA, 2021), reporta que en el río Nazas se registro durante 1998-2006 un promedio de 0.017 mg/l y durante 2013-2020 de 0.037 mg/l, mientras que en los pozos de los cuales se bombea agua para uso doméstico, en 2019 eran de 0.052 mg/l, indicando que el 70.83% del agua extraída estaba por encima de la NOM-127-SSA, que entonces establecía que el límite de arsénico tolerable por el organismo humano era de 0.025 mg/l.

Datos de 2023 proporcionados por la CONAGUA por transparencia, sobre 46 pozos para uso doméstico ubicados en comunidades rurales de los cinco municipios de La Laguna de Coahuila, indican un promedio de 0.0485 mg/l, o los datos presentados por el Centro de Investigación en Agua y Derechos Humanos (CIADH) a través del Monitor Hídrico Digital, en 82 pozos operados por el SIMAS-Torreón, indican un promedio de 0.033 mg/l. Son datos contundentes de más de medio siglo en los que se ilustra, inequívocamente, la presencia de arsénico en el agua del subsuelo lagunero y en los almacenamientos y flujos superficiales del río Nazas.

Dichos datos denotan la gravedad del problema de contaminación de agua con este metaloide (que no es el único, ya que a la par se registra la presencia de fluoruros y otros mas) que enfrentamos los laguneros, lo que nos hace suponer la desafortunada exposición que han tenido miles de personas que ingirieron agua contaminada en forma involuntaria durante décadas, de los cuales también deben contabilizarse por miles los que hayan sufrido afectaciones en su salud, a quienes ninguna oficina gubernamental ha puesto atención, omisión inefable que nos incluye a los ciudadanos que al conocer estos hechos hemos guardado silencio. Este segmento de afectados hídricos enfrento y como pudo resolvió, o intentó resolver. los daños a la salud que le provocaron el llamado hidroarsenicismo.

Lo increíble de todo esto es que tales hechos se hayan normalizado. En los ejidos donde se observa a estos afectados hídricos las personas que en ellos habitan suponen que la causa que les provocan tales afectaciones provienen del agua contaminada, poblaciones que, también desafortunadamente, padecen desabasto de agua para satisfacer sus necesidades domésticas y se ven obligados a cubrir con sus precarios ingresos la compra de garrafones. En las instituciones públicas de los tres niveles de gobierno, sean del sector salud o hídrico, se observa esa normalización producto de la omisión irresponsable que evade atender esta problemática, o en el silencio de los políticos que exhiben temor de declarar una postura pública al respecto, tanto de quienes ocupan actualmente cargos como de aquellos que andan en campaña para ascender a ellos.

El problema también involucra a los usuarios de agua, particularmente a los grandes usuarios agrícolas que han monopolizado concesiones y volúmenes amparados en la mercantilización permitida por la Ley de Aguas Nacionales vigente, quienes sabedores de que el acuífero principal está siendo sobreexplotado y, por consecuencia, a este fenómeno de asocia la contaminación, evaden su responsabilidad por las externalidades que provocan en la población de afectados hídricos.

Quienes vivimos en La Laguna tenemos legítima aspiración de hacerlo con estándares internacionales, y si estos indican que el agua a la cual tenemos derecho de acceder en la calidad adecuada debe contener elementos que no sean tóxicos para nuestro organismo, con justa razón debemos denunciarlo y exigir a quienes regulan el uso del agua y a quienes provocan, directa o indirectamente, estos lamentables hechos. No es, por tanto, justificables las expresiones irresponsables de los políticos sobre la actualización de la Norma Oficial Mexicana de reducir los límites de tolerancia a 0.010 mg/l, simplemente hagan lo que tienen que hacer para proveer de agua potable a los ciudadanos.

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