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Fatua

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JESÚS SILVA-HERZOG

Hay reacciones que funcionan como demostración. No podría haberse imaginado confirmación más perfecta de los argumentos que desarrolla María Amparo Casar en su libro que la reacción que provocó en Palacio Nacional. Los puntos sobre las íes, el libro que publicó Casar hace apenas unas semanas, hace inventario detallado de las ruinas que este gobierno ha provocado. Quien quiera hacer recuento de los daños de este sexenio puede hacer la lista en los capítulos de este libro y recordar la cadena de arbitrariedades e indolencia que han caracterizado el gobierno de un megalómano. Como es su costumbre, el presidente no contestó a la crítica, decidió no solamente insultarla, sino aplastarla. No tomó un segundo para contestar a quien ha dirigido una organización ejemplar e indispensable en el México de hoy. Durante días, se explayó para despedazar a su crítica.

Porque el presidente de la república se imagina fiscal, juez y verdugo, decretó fulminantemente que la académica era corrupta. Y decidió emplear todos los medios a su alcance para tatuar sobre su rostro y el de su familia esa condena. Que nadie la mire sin ver ese sello en su cara. Esa ha sido la intención del presidente. El Jefe del Estado Mexicano decreta por sí mismo que una ciudadana es culpable y aplica de inmediato el escarmiento. Su juicio es suficiente para dictar sentencia y aplicar el castigo en el cadalso de la opinión pública. Las normas procesales, los derechos de las personas, el decoro le tienen sin cuidado cuando se afana en la pisotear a sus enemigos. Así lo ha hecho durante todo su gobierno. Se ha dedicado a lastimar el prestigio de sus críticos. Ése ha sido uno de los mecanismos ha usado una y mil veces para doblegar a las instituciones independientes, para intimidar a los periodistas, para hostigar a la crítica. Nadie había sufrido los extremos de la vileza presidencial como ella. El "humanista" hurgó en el dolor más íntimo para tratar de despedazarla. Utilizó una tragedia personal con el propósito de destruir anímicamente a su crítica. El más doloroso de los recuerdos manipulado grotescamente para arruinar un prestigio.

No hay, entre todos los documentos que ha desenterrado Petróleos Mexicanos para despedazar a una ciudadana, nada que incrimine a María Amparo Casar. Ninguna prueba que indique que ha recibido una ventaja indebida. De lo que hay prueba plena es del uso faccioso de las instituciones públicas para servir al rencor. Lo que ha quedado probado es la manipulación de las entidades de Estado para satisfacer el apetito de venganza del presidente López Obrador. La ilegalidad que denuncia la directora de Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad en su libro queda perfectamente demostrada con la reacción a su trabajo. Al tronar los dedos, el presidente de México dio instrucciones a una empresa del estado para que hiciera su voluntad y suspendiera de inmediato la pensión a la que tenía derecho. No fue necesario un juicio ni un proceso administrativo. Bastó un recuerdo que terminó siendo desmentido. Como un sultán que trata a los funcionarios públicos como siervos y los recursos del Estado como su monedero personal, ordenó, sin que mediara proceso alguno, sin que siquiera se notificara a la afectada, cortar de tajo la asignación que le corresponde.

Pascal Beltrán del Río encontró la palabra adecuada para describir la naturaleza de la persecución del Estado mexicano contra una ciudadana íntegra que ha dedicado su vida a examinar nuestra política, a proponer cambios, a denunciar abusos. El presidente decretó la fatua contra María Amparo Casar. No puso en movimiento la maquinaria de la administración, no pidió la intervención del poder judicial. Condenó en público a una mujer y convocó a sus fieles a su aniquilamiento. Desde su púlpito, el ayatola mexicano condenó a una mujer independiente a la muerte cívica.

Fracasará. La entereza de María Amparo Casar ante esta brutal agresión de Estado es una señal de aliento en tiempos desoladores. Con claridad y firmeza le ha contestado al presidente que no dará un paso atrás. Tiene razón cuando dice que México necesita de núcleos de crítica independiente que exhiban la corrupción y que propongan alternativas.

Escrito en: EDITORIALES COLUMNAS presidente, Estado, libro, Amparo

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