Nosotros

CARIÑOTERAPIA

Hablemos de la adultez... aunque la palabra me dé un poco de risa

Hablemos de la adultez... aunque la palabra me dé un poco de risa

Hablemos de la adultez... aunque la palabra me dé un poco de risa

VANESSA BARDÁN PUENTE

Por lo regular, relacionamos la palabra adulto con madurez, sabiduría, independencia, estabilidad... pensamos que después de la pubertad ya no tendremos que atravesar por ningún otro cambio y eso es una gran mentira...

¿Quién soy? ¿De dónde vengo? y ¿a dónde voy? por lo regular lo seguimos preguntando. Los adultos andamos locos y organizamos el mundo de manera absurda... Sí, ¡estamos locos! No, no estoy bromeando...

Los adultos somos seres que podemos ganar dinero y comprarnos cualquier cosa incluso aquellas que nos dejan peor que como estábamos, podemos relacionarnos con cualquiera, incluso aquellos que nos pueden tirar la precipicio, y podemos pensar como niños inocentes en ciertas áreas de la vida y ser decepcionados por quienes creíamos lo máximo...

¿Y qué hacemos ante esto? comprarnos cualquier cosa, nos relacionamos con gente hostil y confiamos en gente equivocada...

Aunque no lo creas, algunos adultos se quedan mudos y minúsculos frente a figuras de autoridad, expresarse frente a ellos, contradecirlos o contrariarlos es imposible. Otros a estas alturas, continúan sintiendo vergüenza relacionada con la sexualidad y la asocian con algo prohibido, sucio o reprobable. He conocido adultos aún se sienten vigilados por los padres como si aún fueran adolescentes.

Gritar, azotar puertas, insultar, para expresar enojo, en lugar de utilizar palabras para explicar lo que nos molesta es el pan de cada día en el mundo de la adultez, como berrinche de niños de dos años.

Es por eso que, la mitad de mis pacientes que asisten a terapia son niños disfrazados de adultos, que necesitan recuperar la capacidad de confiar y entregarse afectivamente y la otra mitad son adultos disfrazados de niños que necesitan asumir su autonomía, auto apoyo e independencia.

Creo que, ser adulto ha sido sin duda, el sueño más absurdo que tuve de niña. Los adultos siempre tienen mucho que hacer: ganarse la vida, pagar deudas y cuidar a los hijos. De niños la única preocupación era si te regalarían la bici para tu cumpleaños o si te dejarían desayunar galletas.

Cuando eres niño la verdad no tienes preocupaciones, aun no te has contagiado de las enfermedades del adulto como la prisa, la amargura, la pereza, la preocupación, la ambición, la hipocresía, etc. No te importa quedar bien con nadie, si algo no te gusta lo dices, con cosas tan sencillas como: "esta comida no me gusta".

De niños no necesitamos instrucciones para jugar, lo hacemos de forma natural, a través del juego aprendemos cómo funciona el mundo. Pero en algún momento del camino dejamos de jugar, se nos dice que el juego es improductivo, una pérdida de tiempo. ¿Has notado cómo el mundo adulto te impulsa de alguna manera a ser una persona seria y aburrida?

Hay una tendencia muy marcada que nos dice que si eres niño, puedes jugar, divertirte, llorar, emocionarte, está permitido equivocarse, hacer cosas bobas y chuscas... De niño puedes ser tú, sin importar lo que piensen los demás de ti.

Pero ¿acaso ser adulto significa ser apagado, serio y recto? Por desgracias, conforme vamos creciendo, y nos adentramos el mundo adulto, algo sucede... Dejas de ser tú, y comienzas a pensar en lo que dirán o pensarán otros de ti. Tienes miedo a equivocarte y a intentarlo. Dejas de divertirte como solías hacerlo, e incluso evitas hacer cosas catalogadas como "infantiles", ya que podrías ser un motivo de burla, Incluso dejas de impresionarte de las cosas, dejas de bailar, correr, brincar, jugar y sonreír como solías hacerlo.

Todos los mayores ha sido primero niños pero pocos lo recuerdan... ser adulto no debería ser sinónimo de aburrimiento, de menos diversión, ni de contenerte de hacer algo. Debería ser todo lo contrario...

Recuerdas como te asombrabas con la lluvia, el arcoíris, un viejo árbol, un eclipse, una oruga convirtiéndose en mariposa, el sonido de un tren, el olor a vainilla, la perfección de una colmena de abejas, la habilidad de un malabarista para hacer volar objetos sin que caigan al suelo ¿lo recuerdas?.

Dejar de sentir asombro por las pequeñas cosas, por lo cotidiano, hace que, la vida pierda sabor y sentido... Creo que hacerse mayor significa que cada vez te cuesta más encontrar la forma de sentirte cautivado. La única vez que veo a los adultos con esa misma cara es cuando se enamoran...

No te prives de las emociones que resultan de saborear la vida en plenitud, como el asombro, la admiración, el respeto y el aprecio. Abre tus ojos y mira los millones de maravillas a tu alrededor. ¿No sería genial volver a ser como niños y asombrarnos de aquellas cosas que nos rodean, como si fueran la primera vez que las vemos? Sé alegre, entusiasta, sensible, atrevido e intrépido, sin importar tu edad, ni lo que digan o piensen los demás.

Escrito en: Cariñoterapia niños, adultos, adulto, mundo

Noticias relacionadas

EL SIGLO RECIENTES

+ Más leídas de Nosotros

TE PUEDE INTERESAR

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas