Indigencia en Durango, más que un problema de seguridad
En México la indigencia ha sido una problemática muy compleja y difícil de confrontar. Dadas las condiciones de pobreza extrema y desigualdad que persisten en el país, cada vez más personas son arrojadas por el sistema a vivir en las calles, sumando a sus carencias económicas vulnerabilidades como el hambre, las adicciones, discriminación e insalubridad física y mental.
El año pasado según datos del último censo del INEGI, se contabilizaron en todo el país 5 mil 700 personas en situación de calle. No obstante, un dato más impactante, es que actualmente estén viviendo en la indigencia tres generaciones, es decir, que ya no solamente son personas que por quedarse sin hogar salieron a buscar la vida en la "jungla de asfalto", sino que hablamos también de niños que ya nacieron en ella.
Caminar por las calles del Centro Histórico de Durango y en general de toda la ciudad, nos permitirá constatar que la indigencia se ha acrecentado exponencialmente también por estas tierras. Se trata de un problema social que, como ya se ha dicho puede ser multifactorial, sin embargo su tratamiento tiene que ir más allá de afrontarlo mediante estrategias de seguridad pública.
Y es que las condiciones de vulnerabilidad de las personas en situación de calle, son una problemática seria que debe tener un tratamiento más comprometido y humanizado por parte de las autoridades, pues la mayor parte del tiempo, ya sea por omisión o desconocimiento, se cae en la implementación de acciones equivocas que no resuelven el problema de fondo, pero además resultan ser violatorias de los derechos humanos.
Los indigentes viven de mendigar. Piden dinero a los transeúntes y en los establecimientos comerciales, donde al ser cada vez más recurrentes, pueden llegar a provocarnos cierta incomodidad que deriva en manifestaciones o reacciones discriminatorias, olvidando por completo que se trata de personas en el abandono total que les orilla a vivir de la dádiva, en denigrantes condiciones de vida.
Recientemente las cámaras empresariales han sostenido reuniones con las instancias de seguridad pública, tanto del estado como del municipio, y entre las acciones que se pretenden implementar está la reubicación del albergue comunitario conocido como "Tambitos", que se encuentra asentado en el centro de la ciudad, sin embargo llevarlo a la periferia, no garantizaría una solución al problema pues los indigentes permanecerían en las calles, donde consiguen mayor sustento.
En el municipio de la capital, de acuerdo con los organismos empresariales la presencia de estas personas está afectando la actividad económica de la localidad. Instan a las autoridades a tomar cartas en el asunto para retirarlos de la vía pública, empero pareciera que no ven otra solución más que el despliegue de la fuerza, además de evitar que en la zona se les brinde a los indigentes apoyo por parte de ciudadanos y asociaciones humanitarias.
No existe política pública para la atención de las personas en situación de calle en prácticamente ningún estado de la República. Ellos están en todas partes y no sabemos de dónde vienen y cuál será su destino. Tristemente, hemos ido acostumbrándonos a verlos con indiferencia; con desdén y hasta molestia, olvidando que para ellos no hay opciones para mejorar su situación.
EN LA BALANZA.- Desde este espacio aprovecho para felicitar a El Siglo de Durango, por haber cumplido 31 años de informar a la sociedad duranguense de maneras veraz y oportuna. Son más de tres décadas ya de la permanencia de este importante medio impreso, resistiendo los embates de crisis económicas, políticas y hasta de salud, como fue el caso de la pandemia. Mi reconocimiento a directivos, administrativos, operativos y colegas periodistas que han hecho posible la trascendencia y prestigio de este diario. ¡Enhorabuena!
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