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La condición humana

El menos común de los sentidos.

La condición humana

La condición humana

EDUARDO RODRÍGUEZ

Solidario es aquel que antepone las necesidades del otro a las propias, cuando el otro está amenazado o sufre alguna desgracia. Se trata de un binomio en el que la realidad de otra persona entra en contacto con la realidad propia y la suerte del afectado nos importa.

Lo que diferencia a la solidaridad de la beneficencia es que en la primera el individuo se compromete a dar una parte de sí mismo, mientras la caridad es dar algo de lo que se posee.

En este entendido, la solidaridad significa apertura y diálogo que permite compartir lo que somos y tenemos, recibiendo de los otros y ofreciéndoles lo nuestro. La solidaridad solo puede existir en una sociedad donde sus miembros se reconocen unos a otros como personas, como iguales y que son conscientes que, de un momento a otro, también pueden estar en una situación de vulnerabilidad.

Y es que durante años hemos sido nosotros mismos, los seres humanos, quienes nos hemos creado una mala fama al tildarnos de egoístas, egocéntricos, envidiosos... entre muchos otros adjetivos; de forma particular en Durango, el alacrán no sólo nos distingue ante el mundo, sino que se ha convertido, en sentido figurado, en un lugar común a la hora de que la sociedad duranguense se describe a sí misma: "somos como los alacranes porque no dejamos sobresalir al otro", o cuando hablamos de ellos, y nos excluimos -porque no somos iguales- surgen expresiones como: "se pican entre ellos con tal de que nadie brille"... y muchas expresiones más que incluso llevan a la confusión entre el comportamiento del alacrán y del cangrejo, pero sin duda, se utiliza con una connotación negativa y con gran frecuencia.

En muchas de las ocasiones en que el ser humano pone en tela de juicio su honorabilidad y sus valores, cuando actuamos sin escrúpulos o alejados de cualquier indicio de moralidad y ética, somos condescendientes al decir que es "la condición humana" la que nos orilló a actuar de tal o cual manera, es "la condición humana" la que nos hace equivocarnos y, claro, justificarnos. Porque es algo que todos tenemos, algo así como el pecado original, imborrable pero perdonable.

Sin embargo, yo no estoy de acuerdo con ello. Y a las pruebas me remito.

La compasión es el primer escalón de la solidaridad, es tener empatía, sentir el dolor ajeno, es dejarse afectar por lo que sucede alrededor; si no ponemos nuestros sentimientos en juego, entonces sería imposible hablar de solidaridad. El segundo paso es la implicación responsable: poner al servicio del otro, no sólo de uno mismo, todas las potencialidades que se poseen.

El tercero es la actitud racional del reconocimiento: el otro no es simplemente una víctima, es una persona en igualdad de circunstancias y se le debe reconocer esa dignidad.

Vivimos durante las últimas semanas un acontecimiento que sacudió a las y los duranguenses de todas las edades y estratos sociales: mujeres, hombres, jóvenes, adultos mayores, empresarios, servidores públicos, artistas, periodistas, académicos, políticos, comerciantes, prácticamente todos concentrados en el caso del pequeño Luka; preocupados por su paradero y ocupados en buscarlo, en compartir imágenes e incluso hubo quienes dejaron su rutina diaria por sumarse en la búsqueda del infante.

El trágico y muy triste desenlace ya lo conocemos; nos duele profundamente la partida de Luka y nuestra solidaridad está con su familia en estos momentos de dolor inimaginable. La vida y el mundo han cambiado, no es fácil hacerle frente, por eso resulta más necesario que nunca que la sociedad reme unida hacia el mismo lado, por eso ocupamos cada vez más generosidad, más empatía y más amor hacia los demás.

Para mí, la condición humana está completamente influenciada por el entorno, es decir, la condición es resultado de la inversión que se hace en una sociedad, la inversión en valores, creencias y formas de actuar. El caso de Luka será inolvidable para muchos de nosotros, porque nos ayudó a demostrarnos que no hay nada más grande que los lazos que nos unen como familia duranguense, porque ante la adversidad sí hay una mano amiga, porque somos las personas las que demostramos solidaridad, porque somos las personas las que hacemos una ciudad, no los partidos ni los gobiernos, sino las personas.

La empatía mueve el mundo, y los pequeños o grandes gestos de apoyo son el principal antídoto para demostrar que las personas no somos egoístas por naturaleza, solo a veces se nos olvida ser un poco más bondadosos, más caritativos, más empáticos... a veces sólo necesitamos ser más humanos.

@eduardguezh

Escrito en: El menos común de los sentidos somos, condición, solidaridad, personas

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