La Presidenta y su encrucijada
La presidenta electa, Claudia Sheinbaum, debe de sentirse entre la espada y la pared. Por un lado, se esmera en darle su lugar al presidente constitucional, Andrés Manuel López Obrador. Por otro, se tiene que conformar en ser una espectadora de honor ante decisiones, como la reforma al Poder Judicial, que pueden alterar las finanzas públicas, la confianza de los inversionistas o la volatilidad de los mercados, que conspirarían en su contra para el inicio de su gestión.
A decir de Federico Reyes Heroles, Claudia Sheinbaum se encuentra en un "incómodo interregno", nombrando así al periodo comprendido entre el 3 de junio y el 1 de octubre en que rendirá protesta como presidenta constitucional de nuestro país. Por interregno tendríamos que entender un periodo de discontinuidad o intervalo en un gobierno; se conocía así al periodo de tiempo entre el reinado de un monarca y la asunción de su sucesor.
Dentro de las leyes no escritas de la sucesión presidencial en México, se ha visto cómo el presidente en turno designa abierta o veladamente a su sucesor, privilegiando el que sea alguien que cuide sus espaldas cuando deje el cargo. Otra de estas sería el que el presidente saliente se guarda a silencio para no hacer sombra al mandatario en turno y no robarle reflectores.
En términos generales, las sucesiones presidenciales han sido tersas. Salvo los casos de Echeverría que mandó a Díaz Ordaz a España, como embajador o López Portillo que ante algunos embates en medios impresos de su antecesor, Luis Echeverría, mandó publicar en primera plana en los diarios de circulación nacional la frase "Tú también, Luis" y después lo envió como embajador a las islas Fidji.
Este último caso en algo recuerda un episodio de complicación entre un gobernador de Durango y su antecesor. Siendo senador de la república, Ismael Hernández Deras realizó una faraónica fiesta. Notas periodísticas de aquel entonces hablan de un dispendio de 10 millones de pesos, para celebrar su 50 aniversario. En la Hacienda de Dolores, lugar del festejo, hizo colgar pendonería que incluía frases con dedicatorias para su sucesor, Jorge Herrera Caldera ("Calcúlele". "Vaya pensándole". "Aguas, eh"), lo que generó un rompimiento entre los personajes.
Carlos Salinas de Gortari, después de hacer una huelga de hambre en protesta por el encarcelamiento de su hermano, Raúl, fue orillado a autoexiliarse a Dublín. Enrique Peña Nieto fue un caso muy particular porque al día después de la elección presidencial que ganó López Obrador, en 2018, en los hechos abdicó. Le dejó el terreno libre a su sucesor. Muchos dicen que para asegurarse de que no tomaran represalias contra su persona cuando terminara su mandato.
Si bien es cierto que Claudia mandó señales positivas con los primeros nombramientos en su gabinete, privilegiando el conocimiento técnico y científico por sobre las posiciones partidistas (no se puede hablar de que alguno vaya a resultar ser un "florero"), también es cierto que ha dejado claro que no pintará su raya en relación con López Obrador y que continuará construyendo el segundo piso de la 4T.
Aunque ya le fue entregado el bastón de mando por AMLO, Sheinbaum no ha tenido oportunidad de ejercerlo por completo. Recordemos que el ala más radical de Morena no le permitió colocar como candidato a gobernar la CDMX a Omar García Harfuch, por ejemplo.
Solo en ella, y en sus convicciones, estará el que imponga su personal estilo de gobernar, y le dé su impronta a su gestión. Sabe que en la medida en que evite políticas públicas radicales y de corte autoritario será en beneficio para su mandato. No desconoce que si se lleva adelante el llamado Plan C de AMLO ocasionará nerviosismo y tensión entre inversionistas y se puede generar una nueva versión del "error de diciembre".
Ojalá y el derrotero que elija sea el mejor para el país.
@ferramirezguz