Desfile. La marca francesa presentó nuevas piezas en el parque Güell de Barcelona, uno de los atractivos turísticos de España.
Un desfile de la marca francesa de moda Louis Vuitton en el parque Güell de Barcelona, uno de los atractivos turísticos más famosos de la ciudad española, estuvo rodeado de glamour con la participación de actrices como la cubana Ana de Armas.
En primera fila, entre los 600 invitados, estaba Ana de Armas junto al cantante, actor y diseñador estadounidense Pharrell Williams, que llegó acompañado del director del grupo de moda, Bernard Arnault.
Otros de los asistentes eran la heredera del imperio textil español Inditex, Marta Ortega, las actrices británicas Sophie Turner y Cynthia Erivo, la española Nicole Wallace, la estadounidense Saoirse Ronan, el rapero australiano Félix Lee, la modelo canadiense Shay Mitchell, la estadounidense Chloë Grace Moretz y su compatriota el actor Jaden Smith, hijo de Will Smith.
Además de modistos y figuras del mundo del fútbol, como los entrenadores del FC Barcelona, el español Xavi Hernández, y el del Atlético de Madrid, el argentino Diego Pablo Simeone.
Los desfiles de moda cálida de Louis Vuitton siempre tienen lugar en escenarios emblemáticos, como en el pasado el Palacio Real de Mónaco, el JFK de Nueva York o Isola Bella en Italia.
INCIDENTES EN DESFILE
Esta pasarela no fue solo moda, pues a la par se llevó a cabo una protesta vecinal que acabó en incidentes.
La policía catalana informó de un detenido en los incidentes frente al lugar del desfile, donde cientos de vecinos protestaban por lo que consideran una mercantilización del patrimonio cultural de la ciudad, una de las más visitadas en Europa, al servicio del mundo del diseño en el que se usan piles de animales.
Siete policías resultaron heridos de diversa consideración, ninguno de gravedad, en enfrentamientos cuando algunos manifestantes rodearon vehículos que llevaban a asistentes a la pasarela, mientras activistas animalistas exhibían pancartas con lemas como "Louis Vuitton tortura animales" y otros hacían sonar silbatos y cacerolas al grito "La ciudad no está en venta".