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Sello propio

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JUAN VILLORO

Después de seis años en el poder, López Obrador puede ser visto como un magnífico proselitista y un mal estadista. Fundó un partido que en pocos años se hizo de la mayoría del país, ganó la Presidencia con una cantidad récord de votos, mantuvo su popularidad, dominó el discurso público y logró que su candidata y su partido arrasaran en las elecciones de 2024. Incluso se dio el lujo de influir en la oposición y contribuyó a que Xóchitl Gálvez no contendiera por la Ciudad de México, donde tenía posibilidades de ganar, sino por la Presidencia, donde la aguardaba una segura derrota.

Estos triunfos tácticos contrastan con los ambivalentes resultados de su gestión. Formado en el PRI, López Obrador asumió posteriormente una postura izquierdista con la que trató de ganar en 2006. Llegó al poder doce años después, transformado en un caudillo populista que impulsó proyectos neoliberales como el Tren Maya, benefició a los supermillonarios, aumentó la militarización del país sin que disminuyera la violencia, redujo apoyos a la cultura, la ciencia, la educación y la salud, y dio la espalda a las causas feministas, indígenas y ecologistas. Desde el púlpito presidencial, insultó a articulistas en el país más peligroso para ejercer el periodismo.

Escrito en: OPINIÓN EDITORIALES López, Obrador, partido, país

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