
2026: prosperidad compartida
El último minuto del año es una pausa colectiva, un instante para renovar votos con el futuro. México llega a ese momento con cifras modestas, expectativas contenidas y una pregunta sobre la mesa: ¿seguiremos administrando lo obtenido o aprovecharemos la coyuntura histórica de 2026 para dar el salto cualitativo?
Los datos demandan realismo: un crecimiento económico alrededor del 1.2 por ciento anual y una inflación que, aunque controlada, genera cautela reflexiva. El cierre de 2025 no admite autoengaños.
Sin embargo, el calendario ofrece una ventana excepcional: el año del Mundial de Futbol. Este evento no debe verse como una fiesta pasajera, sino como catalizador para relanzar la seguridad, cultura cívica y economía desde una lógica de bienestar común.
F. Scott Fitzgerald nos regaló en El Gran Gatsby la metáfora perfecta para este momento. Gatsby contemplaba la “luz verde” al final del muelle como un símbolo de esperanza casi mística, un futuro que siempre parecía retroceder ante él. El 2026 puede ser el año para alcanzar esa luz mediante una construcción colectiva. La disciplina fiscal y visión humanista de la presidenta Claudia Sheinbaum son una guía para hacer de la inversión el motor de la prosperidad. El reto es mayúsculo.
De acuerdo con datos del INEGI al tercer trimestre de 2025, la Población Económicamente Activa (PEA) joven sumó más de 600 mil personas, pero el 58 por ciento se ha visto obligada a refugiarse en la informalidad. Es aquí donde la oportunidad del próximo año se vuelve estratégica.
La política de “prosperidad compartida” busca que la derrama económica del Mundial —estimada en más de 3 mil millones de dólares para la región— no se quede en las cuentas de las grandes cadenas, sino que se capitalice hacia pequeñas empresas y jóvenes emprendedores.
En la Ciudad de México, epicentro de este relanzamiento, la Jefa de Gobierno, Clara Brugada, ha trazado una ruta precisa que vincula cultura cívica con seguridad. Su enfoque de territorios de paz y la expansión de espacios públicos de calidad son respuesta humana no limitativa a patrullas, sino a la reconquista de la calle por parte de la ciudadanía y por una estrategia tecnológica centrada en la videovigilancia.
El Mundial ofrece algo que pocas políticas públicas logran por sí solas: una narrativa de unidad. Ese capital simbólico tiene la oportunidad de trasladarse a la vida cívica cotidiana.
La meta es clara: convertir la “luz verde” de Gatsby en una realidad para quienes esperan que la justicia social se traduzca en crecimiento económico y ciudades más seguras. El 2026 no garantiza el éxito por sí solo, pero ofrece las condiciones para que el equipo completo —ciudadanía y gobierno— juegue a ganar en su propia cancha.
@guerrerochipres