
7 pequeños rituales diarios para ponerte de buen humor
Algunos revisan su teléfono, otros se levantan de la cama corriendo porque ya se les hizo tarde; hay miles de formas de empezar el día, pero muchas personas eligen las más nocivas. Aunque a primera vista estos hábitos son inofensivos, pueden ser la causa detrás del agotamiento mental y el desánimo que aparece durante las primeras horas de la mañana.
Experimentar tales malestares una, dos o tres veces es algo soportable, pero cuando los mismos se manifiestan a diario, se convierten en un problema al que los expertos responden con “Haz cambios en tu rutina”, sin entender que cada individuo enfrenta retos y situaciones diferentes.
Aquí, en lugar de encontrar una serie de acciones con las que sientas que debes cumplir como si fuera otra responsabilidad de tu agenda, encontrarás una lista de recomendaciones que buscan explicar cómo ciertas prácticas son capaces de contribuir al bienestar; la decisión de llevarlas a cabo o no, es completamente tuya.
1. Tómate tres minutos al iniciar el día
Quizá ya has escuchado por ahí sobre los beneficios de meditar o escribir para comenzar la mañana de buena forma, y sí, ambas cosas tienen grandes ventajas, pero antes de asumir compromisos tan pretenciosos, vale la pena empezar con actos más pequeños.
En ese lapso entre el que el cuerpo se despierta y se activa el modo automático, prueba quedarte quieto o sentado en la cama por tres minutos; ve hacia la ventana; si lo prefieres, abre las cortinas para que entre la luz natural. El punto es que poco a poco abandones la costumbre de desbloquear tu teléfono y alertar a tu mente de forma tan abrupta.
Más adelante, puedes incorporar alguna o ambas iniciativas mencionadas en el primer párrafo.

2. Estírate
¿El consejo anterior no te agrada? Entonces, intenta reemplazar los cinco minutos que usas para ver TikTok con estiramientos que te ayuden a reducir la rigidez muscular acumulada en la noche y a mejorar la circulación. Las rutinas de movilidad matutina se convertirán en un alivio si llevas un estilo de vida sedentario en el que pasas varias horas frente a una pantalla.
Pese a que los estiramientos no reemplazan el ejercicio, son un complemento que prepara al cuerpo para que la actividad física, si se da, no sea un choque. Hay personas que prefieren hacerlo con la pijama puesta; sin embargo, se recomienda usar tenis cómodos para mujer u hombre y ropa adecuada que facilite la realización de determinados movimientos.
Marcas como PUMA han explorado esta relación entre diseño y funcionalidad en contextos no necesariamente deportivos para acompañar a cualquier persona que intenta cambiar su estilo de vida.
3. Muévete más
Camina hasta el café más lejano, sube escaleras en vez de usar elevador, baila mientras se prepara algo en la cocina: los pequeños intervalos de movimiento activan la circulación, mejoran la sensibilidad a la insulina y, sobre todo, impactan en la liberación de neurotransmisores relacionados con la motivación y la satisfacción.
4. Cambia de ambiente
Pasar de una tarea a otra sin cambiar de entorno es una práctica común que, sin embargo, empobrece la experiencia cognitiva y emocional del día. Cuando no hay una transición entre bloques de actividad, el cerebro tiende a mantener un mismo nivel de activación y experimentar fatiga, saturación o bloqueos creativos.
La solución es realizar cambios diminutos de ambiente, aunque sea por dos minutos, para darle al sistema nervioso una señal de que se ha cerrado un ciclo y comienza otro; no necesariamente debe ser salir a caminar cada hora. Basta con cambiar de habitación, ajustar la luz, abrir una ventana, etc.
También es importante llevar a cabo rituales de desconexión, justamente, para que la mente salga del “modo trabajo”. Pensemos en un hombre que se pone sus tenis favoritos para salir a dar un paseo después de un día cansado: es el ejemplo perfecto de cómo se establecen límites mentales.

5. Antes del café, agua
Tener un vaso de agua listo para tomarlo en la mañana es una manera de contrarrestar la deshidratación ligera con la que despertamos; asimismo, contribuye a modular el apetito, minimizando la ansiedad por ingerir alimentos ultraprocesados. Tal acto es considerado una especie de mensaje físico en el que se le comunica que “ya puede empezar a funcionar”.
6. Reconoce lo que sí salió bien
Elige un momento del día, por ejemplo, antes de dormir, y siéntate a registrar tus logros: puedes anotarlos en una libreta o solo pensar en ellos. Reconoce aquello que fuiste capaz de resolver por tu cuenta, así como lo que te haga sentir satisfecho. No importa si solo fue haber comido tu platillo favorito.
A la larga, la autoexigencia suma estrés que en nada ayuda a que las personas se vayan a dormir tranquilas y a que despierten de la misma forma. Solo baja el ritmo y evita compararte con lo que hacen otros: enfócate en ti sin ponerte un filtro de carencia.
7. Música
Este es, probablemente, el punto más cliché de la lista, pero también el que sigue estando vigente con el paso del tiempo, y es que pocas cosas se igualan al escuchar la canción correcta en el momento correcto. En lugar de dejar que una playlist suene por horas al punto en el que canse, usa la música como un recurso que resuene con cómo te sientes.
Date un tiempo para elaborar listas según las necesidades del día (inicio, pausa, final, recuperación, impulso), o que estén relacionadas con un objetivo emocional (relajarse, activarse, concentrarse), así, podrás modular tu energía mental.
¿Algún ritual te ha convencido? Dale la oportunidad a uno o más de formar parte de tu vida. En un inicio, la sola idea de modificar hábitos causa pereza; además, resulta más cómodo seguir haciendo lo mismo de siempre, pero cuando se experimentan los resultados de haber hecho algo en favor del autocuidado, entonces aparece el deseo genuino de comprometerse.
¡Inténtalo!