Adiós ex...hola terapia y pestañas postizas

Todo inició con una historia de almas que se encontraron en medio de un terremoto intenso y profundo. No fue una relación superficial; fue una de esas conexiones que te sacuden la vida entera para bien y te revuelcan hasta los huesos.

Luego la desconexión emocional... Él demasiado abrumado por sus propios asuntos como para prestar atención a la relación, como una mezcla de indiferencia defensa y huida...

Entonces ella empezó a notar y a sentir que eso ya no la movía, que ya no había energía viva en ese vínculo, tal vez era su alma misma diciendo: "Ya no es por ahí," ya cumplió su ciclo, aunque sus ecos aún hacen ruido en su cuerpo emocional.

Las brasas comenzaron a apagarse, lo que queda ya no es un fuego encendido. Son brasas que aún emiten algo de calor, pero cada vez más tenues. Puede haber momentos en que ella piense: "¿Y si me escribe? ¿Y si vuelve?" Pero es como esperar que un fósforo mojado vuelva a encenderse con solo mirarlo...

Él: encerrado en su torre, en su propia tormenta interna. Con mucho ruido mental. Mucho agobio físico. Mucha desconexión emocional. Y en ese estado, no puede ver más allá de su propio ombligo. No puede reconocer ni lo que tú fuiste, ni lo que él mismo necesita. Está en modo sobrevivencia, no en modo amor.

Ella: En el umbral de su nueva vida, cansada de esperar milagros en una tierra árida. Empieza a sentir que su alma quiere otra cosa, otro ritmo, otro tipo de amor, aunque él aún camine en su memoria, su alma sabe que ya no es hogar.

Cerrar ciclos es un ese deporte extremo que nadie entrena, pero que todas practicamos. Un día estás ahí, soñando con el "para siempre"... y al siguiente, estás abrazando tu almohada, preguntándote por qué el universo te mandó a alguien con la madurez emocional de un jitomate verde.

Bienvenida al club: cerrar ciclos, esa actividad espiritual que debería contar como cardio. Cerrar ciclos es como hacer limpieza profunda emocional: Empiezas quitando lo obvio: las fotos, los mensajes, y terminas bloqueándolo de tu teléfono, pero luego te das cuenta de que tienes guardado su recuerdo en los rincones más absurdos: Su rastrillo en tu baño, en ese aguacate que compraste porque a él le encantaba, sus cervezas en el refri y en la playlist que ahora te pone a llorar...

Luego empiezas a decir frases como: "Estoy mejor sola" "Ya entendí que fue una lección karmica" "Estoy cerrando ciclos energéticamente" Pero en el fondo... estás espiando sus redes sociales más que un agente encubierto.

Pero, aunque no lo creas llega el día glorioso en que ves su nombre y ya no sientes que te cayó un piano en el pecho, ese día no lloras, no te tiembla el párpado, no revisas el horóscopo a ver si "los astros traen reconciliación"...

¡Ese día ya cierras el ciclo en serio! Y lo celebras como debe ser: Bañándote con música a todo volumen. Poniéndote esa tu ropa más linda y diciendo: "Hasta nunca, mi amor, ya te archivé en papelera emocional". Cerrar ciclos no es fácil, ni bonito, ni lineal. Es como depilarte el alma con cera caliente. Duele, pero quedas más libre.

No te estanques esperando, vive, transforma, que lo que es para ti no se va. Y si se va... era una lección, no tu destino. Así que si estás en ese proceso: llora, ríe, haz cartas que no vas a enviar, haz espacio para lo nuevo.... Porque cerrar un ciclo no es el final... es solo el comienzo de tu siguiente versión mejorada, más sabia, más guapa, con el doble de amor propio y con la tolerancia a tonterías reducida a cero.

Decir adiós no duele tanto cuando recuerdas que también estás dejando atrás un mundo donde las promesas se esfuman más rápido que los datos del roaming, la sección de dejarte plantada y hacerte gaslighting queda atrás y las peleas por el equipaje que ni devolverte pudo llegan a su fin....

Así finalmente el ciclo se cierra, el chakra se alinea, y tu ex... bueno, ese ya no importa porque tú andas vibrando alto y él anda vibrando raro...