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Ale Duchamp se inspira en la música de Maat para crear una pieza

El evento marcó la primera ocasión en que la banda y el artista coincidieron ante el público.

Ale Duchamp se inspira en la música de Maat para crear una pieza

Ale Duchamp se inspira en la música de Maat para crear una pieza

DANIELA ALMAGUER

El artista duranguense Ale Duchamp llevó su proceso creativo a un territorio poco habitual al permitir que la música guiara, en tiempo real, el nacimiento de una nueva obra pictórica. El ejercicio se desarrolló durante un encuentro especial con la banda Maat, también formada en la capital, que interpretó piezas originales en vivo dentro del Museo de Arte Moderno “Guillermo Ceniceros”, ante un público reducido.

Acostumbrado a trabajar desde el silencio, el creador aceptó el reto de dejarse invadir por el sonido y construir una pieza sin un plan previo, confiando únicamente en la intuición y en el cruce entre pintura y música, en un evento donde ambas disciplinas compartieron el mismo pulso creativo. “Normalmente pinto en completo silencio; aquí fue lo contrario, tuve que soltar el control y dejar que el sonido me llevara”, compartió el artista en entrevista.

UN PROCESO QUE PARTIÓ DESDE LA OSCURIDAD

La obra comenzó desde una atmósfera contenida y densa. El lienzo ya presentaba un fondo rojo quemado, de tonos oscuros, sobre el cual Duchamp inició el desarrollo pictórico respondiendo a las primeras sensaciones que le provocó la música. Esa fase inicial se percibió más sombría, casi introspectiva, como si la pintura se encontrara a sí misma mientras la banda avanzaba en su set.

“Sentí que tenía que empezar desde un lugar oscuro, casi como un umbral, y ver hacia dónde me llevaba la música”, explicó Duchamp al referirse a los primeros trazos de la pieza.

De ese primer momento emergieron figuras características del lenguaje visual del artista, tales como rostros inclinados, de trazo figurativo, cargados de expresionismo y con claras resonancias del cubismo, elementos recurrentes en su obra. La pintura comenzó a adquirir forma a partir de esa base oscura.

DE LO CONTENIDO A LO VIBRANTE

Conforme la música avanzó, la obra transitó hacia una etapa más luminosa. Duchamp incorporó colores más contrastantes y llamativos, llevando la pieza de lo sobrio a lo intensamente expresivo. La transformación cromática respondió directamente al ritmo y a la energía de las composiciones, haciendo visible el diálogo entre sonido e imagen.

“El color apareció cuando la música me lo pidió, no estaba planeado, simplemente sucedió”, señaló el artista, subrayando el carácter intuitivo del ejercicio.

El creador reconoció que la música fue marcando el camino de la obra, obligándolo a confiar en la intuición y a dejar que el proceso fluyera sin una estructura predefinida. Más que ilustrar la música, la pintura se convirtió en una respuesta emocional a ella. “No quise traducir la música en imágenes, sino reaccionar a lo que me hacía sentir”, puntualizó.

MAAT Y LA COMPLICIDAD CON EL PÚBLICO

Durante la presentación, Maat mantuvo una relación cercana con los asistentes. Entre piezas, los integrantes compartieron reflexiones sobre su música, hablaron de sus procesos creativos y expresaron su admiración por el trabajo de Duchamp, así como por este proyecto conjunto desarrollado en el museo.

La banda, integrada por Isaac Sánchez en la batería, Fernando Rivera en guitarra y sintetizadores, y Fabián Mayén en el bajo, construyó una atmósfera sonora hipnótica y envolvente, característica de su propuesta psicodélica, kraut y stoner. En este contexto, su música adquirió una nueva dimensión al convertirse en detonante directo del acto pictórico.

UN ENCUENTRO INÉDITO

El evento marcó la primera ocasión en que la banda y el artista coincidieron ante el público con una finalidad tan clara: crear una obra a partir de la interacción directa entre disciplinas. Este carácter inédito fue uno de los aspectos más relevantes del encuentro, tanto por la cercanía entre los creadores como por la experiencia compartida con los asistentes.

“Fue un diálogo real entre disciplinas, algo que no se puede repetir de la misma manera”, reflexionó Duchamp sobre el carácter irrepetible del ejercicio.

ÚLTIMO TEMA, ÚLTIMOS TRAZOS

Como cierre del set, la banda interpretó uno de sus temas más recientes, que fue bien recibido por el público, al igual que el resto de las piezas presentadas durante la noche.

A la par, la obra pictórica cerró exactamente al mismo tiempo que la banda terminó su interpretación. La coincidencia, lejos de ser fortuita, respondió a la lógica del ejercicio, donde pintura y música compartieron el mismo tiempo creativo. “Sentí que no podía seguir pintando después de que la música terminara; ahí estaba completo”, afirmó el artista.

Tras finalizar, Ale Duchamp decidió donar la obra a la banda Maat, para que forme parte de su estudio como recuerdo de este encuentro. Más que un objeto artístico, la pieza quedó como testimonio de una experiencia compartida, marcado principalmente por afinidades creativas.

Escrito en: Ale Duchamp música, Duchamp, banda, obra

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