
'Alito': de verdugo a defensor de la prensa
Por más que Alejandro Moreno Cárdenas intente reinventarse como paladín de la libertad de expresión, los antecedentes lo condenan. En su última visita a Durango, además de venir a apuntalar las candidaturas comunes entre el PRI y el PAN, aprovechó para acusar a la 4T de intentar imponer una "ley mordaza" a los medios de comunicación, revelando más su oportunismo político que una preocupación genuina por los periodistas o por la democracia.
El amañadamente reelecto líder priista, arremetió contra la iniciativa de Reforma a la Ley Federal de Telecomunicaciones y Radiodifusión promovida por la titular del Ejecutivo, afirmando que representa un intento de censura autoritaria. Con una vehemencia que rozó la sobreactuación, se preanunció en una defensa de los medios, acusando al gobierno federal de querer silenciar la crítica y controlar las redes sociales. Sin embargo, el discurso de "Alito" choca brutalmente con su propio historial.
No hace falta ir tan lejos para corroborarlo. En 2022, en una serie de audios filtrados -que no ha podido desmentir - Moreno Cárdenas dejó ver su verdadera concepción sobre la prensa. En una de las grabaciones más infames se le escucha decir: "A los periodistas no hay que matarlos a balazos, papá, hay que matarlos de hambre". La frase, además de repugnante, exhibe una visión sistemática y estructural de sometimiento hacia los medios.
Y es que aquello no fue un exabrupto aislado, sino parte de un patrón. Organizaciones como Artículo 19 han documentado un amplio expediente de ataques a la libertad de expresión durante su administración como gobernador de Campeche, incluyendo el encarcelamiento del periodista Miguel Ángel Villarino. De hecho, casi el 40 por ciento de las agresiones a la prensa en su periodo, estuvieron directamente vinculados con su gobierno. ¿Con qué cara, entonces, viene a Durango a hablar de censura?
El problema no es solo su incongruencia -que ya es bastante grave-, sino su falta absoluta de calidad moral para erigirse como un defensor de las libertades. El mismo personaje que hoy denuncia dictaduras digitales es el que antes despotricó contra los medios, insultó a periodistas y fue exhibido ordenando manejos turbios de recursos partidistas. El mismo "Alito" que ahora agradece a los reporteros su "labor heroica", es el mismo que hace apenas un par de años los consideraba enemigos a neutralizar.
Es claro que su repentino amor por la prensa no responde a una transformación ética, sino a una estrategia de sobrevivencia política. Tras el "audiogate", el dirigente tricolor ha intentado lavarse la cara ofreciendo entrevistas, evitando exabruptos y forzando una sonrisa que nadie cree auténtica. No obstante, el disfraz le queda chico, pues la memoria colectiva no olvida, y los antecedentes pesan más que cualquier arenga electoral.
Escuchar a "Alito" hablar de libertad de expresión provoca una mezcla entre desconfianza e indignación. Si alguien ha demostrado desprecio por el periodismo incómodo, es él. Si alguien ha usado el poder para presionar, censurar o intimidar a los medios, también ha sido él. En tiempos donde el país necesita una oposición seria, coherente y con autoridad moral para cuestionar los excesos del poder de la 4T, "Alito" representa todo lo contrario.
EN LA BALANZA.- La adhesión de Maximiliano Silerio Esparza a la campaña de José Ramón Enríquez, marca un giro estratégico en la contienda por la alcaldía de Durango. Con camisa guinda y en su rancho "Las Águilas", el exgobernador -que durante décadas representó al priismo más ortodoxo- se alinea ahora con la 4T, como ya lo hicieron su hija Elvira y otros integrantes de su círculo. El hecho refleja el desencanto de muchas figuras históricas del PRI con la dirigencia actual y, al mismo tiempo, evidencia cómo Morena sigue capitalizando ese descontento.
X: @Vic_Montenegro