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J. SALVADOR GARCÍA CUÉLLAR

Hay palabras que, como ciertos objetos, sostienen más de lo que aparentan. Bordón es una de ellas. Su significado más común es bastón o cayado, el compañero del caminante, el apoyo del anciano, el signo del peregrino. Pero como todo buen sostén, su función excede lo físico. Bordón es también símbolo, música, memoria y vínculo.

En muchas regiones hispanohablantes, bordón designa al bastón alto, a veces adornado con botones en la cabeza y reforzado con punta de hierro. Según la Real Academia Española, es un cayado especial, aunque en el uso cotidiano se extiende al bastón de cualquier tamaño, no necesariamente tendría que ser un cayado, cuya altura rebasa la cabeza de quien lo porta. El bordón no es solo herramienta, es emblema de dignidad, de locomoción, de resistencia. En La Celestina, Fernando de Rojas lo pone en manos de mendigos y ancianos, como si el bordón revelara la historia de la persona que lo empuña.

En las familias numerosas de antaño, cuando el número de hijos era alrededor de diez, la palabra bordón adquiría un sentido afectivo y doméstico. Generalmente aplicado a una fémina, designaba a la hija menor, la última, la que quedaba en casa cuando sus hermanos ya habían partido para contraer matrimonio y formar su propia familia. A ella se le confiaba el cuidado de los padres envejecidos. Como el bastón, la bordona los sostenía. No era raro que sus sobrinos tuvieran su misma edad, ni que su vida girara en torno al deber filial. El término, usado con ternura y resignación, evocaba una forma de amor que se parecía al sacrificio.

Etimológicamente, bordón se vincula con el vocablo del latín tardío "burdo", que significaba mulo (nosotros le llamamos macho), y aún más tarde, zángano. Ambos animales comparten una cualidad: el primero es híbrido y estéril; el segundo, útil solo en el momento de fecundar a la reina del panal.

Por otra parte, el zángano zumba grave, como las cuerdas más gruesas de la guitarra. Así, bordón pasó a nombrar las cuerdas más altas del instrumento, aquellas que vibran con profundidad y sostienen la armonía. En la actualidad, las guitarras tienen estas cuerdas entorchadas, lo que les da un timbre más cálido además de que suenan a baja frecuencia.

Cuando en una fiesta alguien exclama "¡Que suenen los bordones!", no pide ruido, pide canto acompañado por guitarras, cuyos bordones dan alegría mediante sonidos cálidos, con cuerpo y raíz identificable. Al emitir su tono bajo, los bordones no adornan, fundamentan. Son el pulso grave que dirige la armonía y da sentido a la melodía, no en balde en inglés a los bajos se les llama base.

En la copla tradicional, el bordón es el verso que se repite, el que regresa después de la estrofa. Como en aquella que dice: "De los álamos vengo, madre, / de ver cómo los menea el aire. / ¡De los álamos vengo, madre!" Este retorno no es redundancia, sino sostén. El bordón verbal reafirma, acompaña, da estructura. Como el bastón, como la hija menor, como la cuerda grave, el verso bordón sostiene lo que viene antes y lo que vendrá después.

Alejo Carpentier, en El reino de este mundo, escribió una frase que resuena como un bordón literario: "…y sonaban los bordones de la vihuela como truenos en la noche."

Por su fuerza barroca, algunos la atribuyen erróneamente a Cervantes. Pero es Carpentier quien la hace vibrar con su propia sonoridad. El bordón aquí no solo es cuerda, también es trueno, es eco, es presencia. En la noche silenciosa, su gravedad se impone, como si el mundo recordara que hay cosas que no se pueden decir sin un sostén profundo.

Así, bordón es bastón, hija, macho, zángano, cuerda, verso, trueno. A primera vista, sus acepciones parecen dispersas. Pero si le escarbamos un poco, descubrimos un hilo común: el arte de sostener. El bordón acompaña al cuerpo, a los padres, a la carga, a la melodía y a la palabra. Está presente tanto en las peregrinaciones como en las canciones, y en los hogares como en algunos poemas. Es grave, es firme, es necesario.

Y cuando suena, ya sea en la guitarra o en nuestro interior, nos recuerda que todo lo que vale la pena necesita un bordón que lo sostenga.

Escrito en: OPINIÓN EDITORIALES bordón, grave,, bastón,, Pero

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