
Houdini, el escapista
Dicen que Harry Houdini, el mago legendario, inventó los trucos de escapismo más increíbles de todos los tiempos. Cadenas, cajas fuertes, tanques de agua, esposas de acero... nada lo detenía. Podía zafarse de cualquier cosa. Hasta de su suegra, probablemente...
Lo que nadie te cuenta es que Houdini tiene descendientes repartidos por el mundo en el club de los "hombres que huyen" todos esos que conoces y no sabías que tenían un gen de Houdini en su ADN.
Porque si Houdini podía liberarse de unas esposas de acero en 30 segundos, imagina lo fácil que es para estos tipos soltarse de un "¿y ahora qué somos?" o de un "oye, me gustó pasar la noche contigo".
¡Abracadabra, y desaparecen! Primero te invitan a cenar, te bajan la luna y las estrellas y hasta te confiesan que "eres diferente". Después, cuando el asunto se pone serio, te lanzan un: "No estoy listo para una relación".
Y ¡zas! Como Houdini entre cortinas de humo, se esfuman antes de que cante un gallo.
Yo me pregunto: ¿habrá un tutorial en YouTube de cómo ser un Houdini emocional? ¿Se pasan la clave secreta por grupos de WhatsApp? ¿Se gradúan con honores en la Universidad Internacional del Ghosting?
La verdad es que estos escapistas modernos ni necesitan cajas fuertes ni esposas de acero: Su mejor truco es la frase "necesito tiempo". Su varita mágica es el "visto" de WhatsApp. Su acto final es el silencio mortal y la carita de "no fui yo" si te los topas en la calle.
Lo peor de todo es que, después de su gran desaparición, pueden reaparecer cuando menos lo esperas a veces con un "hola" casual que descoloca hasta a la mujer más fuerte del mundo. Son como el Houdini que vuelve a escena solo para probar que aún sabe hacer el truco.
¿Sabes cuál es el verdadero secreto de Houdini? Que no importa cuántas veces huya, siempre lleva las cadenas puestas, las emocionales, claro... Que su escapismo no es de verdad: solo posterga lo que tiene que enfrentar. Que tarde o temprano, todos sus trucos se desinflan como un globo pinchado.
Así que este año me propongo algo: dejar de aplaudirle a los Houdinis de mi vida. Nada de "¡ay, qué talentoso!", Nada de "¡mira cómo desaparece y me deja con la boca abierta!". Nada de seguirle la corriente a sus dramas internos que me dan risa y rabia a partes iguales. Yo no quiero un mago. Yo quiero un humano. Uno que sepa quedarse y que no necesite un manual para amar, un hombre que tenga corazón, cerebro y valor y lo sepa usar.
Así que, Houdini emocional, gracias por el show... pero yo ya no me presto para tu truco de escapismo.
Con un aplauso final (y mi dignidad intacta), elijo un compañero que se quede a uno que huya.
