
Infinitos
Lo que nosotros pensamos determina nuestra realidad... Si pensamos que la muerte es un fin y que todo se acaba es inherente que te vas a sentir devastado, porque ya no hay nada más que puedas hacer, no hay ninguna posibilidad de que se trascienda, porque esto se acabó, finito, se murió...
Pero cuando nosotros entendemos que la muerte es algo absolutamente natural, que el cambio es parte de la vida, que las cosas no son permanentes, que las flores se marchitan, las relaciones se transforman, las células cambian, que morimos de muchas maneras y circunstancias para poder emerger a lo virtuoso, que es parte de la realidad y que tenemos que aprender a morirnos para seguir adelante, cuando lo entendemos encontramos paz en el alma...
Lo que intento es sembrar en ti una posibilidad de que te des cuenta de que día a día vamos viviendo muertes pequeñas, morimos a los apegos consistentemente.
Los árboles solo pueden florecer en primavera porque han muerto en el invierno y se han desprendido de sus hojas en el otoño, si no lo hicieran no podrían tener hojas nuevas, y lo mismo nos sucede a nosotros, necesitamos morir en un montón de experiencias para poder renacer a otras tantas.
Tienes una idea que con la muerte física acaba todo pero eso no es así, ni desde la perspectiva espiritual ni tampoco desde la ciencia. Lavoisier, padre de la química moderna, ya en el siglo XVIII, lo dijo: "La energía no se crea ni se destruye, solo se transforma", y continúa... Nada en el universo se acaba de una forma completa, solo se acaba la manera en la que lo conozco.
Lo que nos duele es la idea del fin, pero cuando tú entiendes que solo murió el cuerpo, pero que hay algo de esa persona que no es su cuerpo, es su cariño, su presencia, su conciencia interior, su fuerza, el ser profundo, la energía vital, el espíritu y el alma que trasciende el plano físico y su esencia nos acompaña, te tranquiliza el alma...
Ya sea que creas en el cielo, en la reencarnación, en la vida más allá de la vida, no te preocupes, porque cuando ese ser querido muera y vaya a donde tiene que ir, su energía va a tener un sentido de trascendencia y algún día te volverás a reencontrar con esa persona.
No somos solamente el cuerpo, somos energía, seres espirituales experimentando el plano físico. El cuerpo es el recipiente, es el vehículo de nuestra propia experiencia, pero cuando el vehículo se acaba el piloto sigue adelante. Ábrete a la posibilidad de que la muerte es sólo un cambio de conciencia, una transición, morimos en una dimensión para pasar a otras...
Porque la vida no termina, solo se transforma. Somos luz aprendiendo a reconocerse en cada forma, en cada existencia. Y cuando el cuerpo se apaga, el alma simplemente continúa su viaje, más libre, más consciente, más cerca de su verdadera esencia.
Porque no somos un final, sino un tránsito. La muerte no apaga la vida, solo cambia su frecuencia. Somos chispas divinas recordando nuestro origen, viajeros del tiempo y del alma, mudando de cuerpo, de forma, de cielo...
Cuando el cuerpo descansa, el espíritu despierta y la conciencia se expande hacia el infinito, donde todo lo amado sigue vivo, porque nada que haya nacido del amor puede morir...
