
Corporativismo
El llamado de la Presidenta de la República para "celebrar" lo que (supuestamente) han logrado siete años de transformación del país terminó en una reunión más de las organizaciones corporativas que disputan los espacios de poder al interior del régimen.
Al igual que antaño, cientos de autobuses estacionados en las zonas aledañas al zócalo dieron cuenta del acarreo de personas por parte del corporativismo afín al régimen, que depende de su buena voluntad para obtener concesiones para sus agremiados.
El corporativismo de la época cardenista y post cardenista del siglo pasado, con el que se afianzó el modelo de gobernabilidad del régimen priista, guarda muy poca distancia con la configuración del corporativismo con el nuevo régimen.
En su gran mayoría, quienes acudieron al mitin del pasado 6 de diciembre en el Zócalo de la Ciudad de México son personas afiliadas a organizaciones corporativas, principalmente sindicatos, que al igual que antes, tienen bajo su control a cientos de miles de miembros y que, en caso de movilizarse, pondrían en jaque la gobernabilidad del país; en basan en eso su capacidad de interlocución con el régimen.
Como ejemplo basta un botón, el régimen, en los siete años que lleva de gobernar, ha cedido ante las pretensiones de los dos principales sindicatos, el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) y el principal grupo disidente de maestros, agrupados en la Coordinación Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), con el que ha tenido un largo historial de desencuentros durante estos siete años, traducido en movilizaciones y bloqueos, ha logrado imponer al régimen sus principales demandas, como la abrogación de la reforma educativa, poniendo el derecho a la educación de niñas y niños en un segundo plano, subordinada a las prioridades de los líderes de esa organización sindical.
Al igual que en los tiempos del régimen priista, la SNTE es una aliada del nuevo régimen, siempre y cuando sea el canal de comunicación oficial para gestionar ante el gobierno federal las demandas de los maestros afiliados a ese gremio.
Como en el caso de la educación, otros sindicatos ejercen ese mismo poder en distintos sectores productivos, por ejemplo, los sindicatos de electricistas y petroleros, además de nuevas organizaciones sindicales favorecidas por el régimen.
Esta manifestación, como las anteriores durante estos siete años (los "informes" del ex presidente, etc.) sirven para visibilizar los intereses al interior del nuevo régimen, que al igual que en el pasado, buscan influenciar el destino del gasto público (las mejoras salariales o prestaciones obtenidas por estas organizaciones se ejercen a través del presupuesto de egresos de la federación), es decir, a través de sus demandas todas estas organizaciones buscan una tajada más grande de presupuesto público, garantizando al gobierno un entorno social sin protestas o movilizaciones por parte de sus agremiados, en otras palabras, garantizando al régimen un contexto social para que pueda gobernar.
Hay otros actores corporativos que no estuvieron en el mitin, pero al igual que antaño, son importantes para la gobernabilidad del país y son parte de los pactos no escritos del régimen para garantizarla.
Puede anotar entre ellos a los militares, ahora premiados con un poder económico sin precedente en la historia moderna del país; a los grandes empresarios que dependen de concesiones del gobierno para operar sus negocios y, no menos importante, al crimen organizado, ahora con mayor poder de negociación del que tenía en el régimen priista, sobre todo en las regiones en las que su presencia es un factor importante para mantener bajos niveles de violencia.
En suma, la concentración en el zócalo sirvió, al igual que en el pasado, como la expresión visible de las alianzas del régimen para mantener una gobernabilidad que cada vez es más difícil sostener, principalmente por las amenazas por parte del crimen organizado a la vida cotidiana de los ciudadanos, vía la extorsión, secuestros y asesinatos.
No reconocer esta grave situación y en cambio asumir una posición triunfalista es un reflejo de la desconexión con la realidad que muestra la élite del régimen.
X: @jesusmenav