Soda Stereo y aquella ocasión en que terminó en una fiesta de XV años en Ecatepec
Hay fiestas de quince años que se recuerdan por el vestido, el vals o la lluvia de fotos. Pero una, en Ecatepec, Estado de México, quedó inmortalizada por algo mucho más legendario: Soda Stereo fue la banda en vivo. Sí, Gustavo Cerati, Zeta Bosio y Charly Alberti, en pleno apogeo de su carrera, tocaron para una quinceañera y sus invitados.
Corría 1987, cuando el grupo argentino vivía el boom de su gira Signos. México estaba rendido a sus himnos como Persiana americana y Nada personal. Según crónicas y entrevistas posteriores, entre las presentaciones en foros formales apareció una invitación inesperada: un padre fanático de la banda, decidido a sorprender a su hija, pagó un show privado para su fiesta de XV años en Ecatepec.
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Lo que pudo ser solo un mito urbano se confirmó con el tiempo. Integrantes de la producción y algunos asistentes relataron que Soda llegó discretamente, montó su equipo en un salón de fiestas y tocó un set de casi una hora. La sorpresa fue mayúscula: vecinos que escuchaban la música se asomaban incrédulos; los adolescentes que bailaban apenas creían lo que veían.
El repertorio de esa noche incluyó clásicos como Cuando pase el temblor, Persiana americana y Prófugos. Al final, fiel a la costumbre de la gira, el iluminador Wady descorchó una botella de champaña y bañó a los asistentes, alrededor de 150 personas. Wady recuerda aquel momento como el mejor cierre de gira de su vida. Solo dos fotografías sobreviven de esa noche, pero el recuerdo permanece intacto en quienes estuvieron ahí.
Hoy, casi cuatro décadas después, el episodio se revive como una de esas historias que solo los ochenta podían regalar: una superestrella del rock latino tocando en un salón de barrio, sin redes sociales ni celulares que lo documentaran. Lo que queda es el relato de quienes estuvieron ahí y la certeza de que esa quinceañera tuvo, literalmente, la mejor fiesta de su generación.
Porque si algo enseñó Soda Stereo aquella noche es que la música rompe fronteras y protocolos: de estadios a patios de Ecatepec.