
De política y cosas peores
Ayer domingo nos reunimos en familia con motivo de las cercanas fiestas. Muy grato fue el convivio. Hubo en la mesa vino y pan, risa en la charla y en el corazón recuerdos. Volví a mi casa poseído por el espíritu benévolo que llenó a Ebenezer Scrooge la mañana de Navidad después de la aparición de sus fantasmas. En tal estado de ánimo me fue imposible reseñar los males que sufre este país por causa de los malos que pululan dentro del régimen y fuera de él. En su lugar tomé un ejemplar del periódico Vanguardia, mi casa de trabajo desde hace 50 años en mi ciudad, Saltillo, y leí esta nota que bajo el titular “Bellas Artes se rinde ante Armando Fuentes Aguirre” firma Humberto Vázquez Galindo, excelente reportero: “Hay ciudades que tendrían otra historia si no hubieran tenido a quien la contara. Saltillo, por fortuna, tiene a Armando Fuentes Aguirre, ‘Catón’, un hombre que convirtió la memoria en oficio y la ironía en herramienta, que supo escuchar los pasos viejos de su ciudad para traducirlos en palabras que han escuchado ya varias generaciones. Lo suyo ha sido, durante más de medio siglo, un acto silencioso de preservación: rescatar el polvo de las calles, la luz de los portales, la respiración de la historia, y entregársela al país envuelta en humor, lucidez y humanismo. Anoche, en la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, ese país le devolvió el gesto. Catón recibió la Gran Orden de Honor Nacional al Mérito en Comunicación Social e Historia otorgada por la Academia Mexicana de Ciencias Políticas. En una ceremonia solemne, togada y con la seriedad de los grandes acontecimientos, Fuentes Aguirre se dirigió a los convocantes: ‘Quiero darles las gracias por recibirme entre ustedes y por las generosas palabras que me dedicaron en sus discursos, palabras que hablan más de la bondad de quienes las dijeron que de mis méritos’. Para Hilda Flores Escalera, representante del gobierno coahuilense en la CDMX, ‘este reconocimiento honra a quien no sólo ha puesto muy en alto el nombre de Saltillo y de Coahuila, sino a un ser humano que es referente de talento, de ingenio, de amor a México’. El ex gobernador Enrique Martínez destacó que ‘esta presea se le da a un hombre con valor y congruencia, ejemplo no solamente para los periodistas e historiadores, sino para todos los ciudadanos’. El doctor José Narro Robles, ex rector de la UNAM, tuvo múltiples elogios para ‘este personaje que ha contribuido con su inteligencia, cultura y un sentido del humor extraordinario a construir un mejor futuro para todos los mexicanos’”. Hasta aquí llega la nota de Vanguardia, que muy lejos llegó en su generosidad. Va de nueva cuenta mi agradecimiento para los integrantes de esta Academia donde late el espíritu de Luis Garrido, uno de sus pilares. En forma muy especial expreso mi gratitud al doctor Reyes Tamez Guerra, quien fue rector de la Universidad de Nuevo León y secretario de Educación en el sexenio de la alternancia. Integrante destacado de la Academia, las palabras que me dedicó exceden por mucho mis merecimientos. Hace seis décadas, en mis gloriosos, gozosos y dolorosos 20 años, estuve en la Sala Ponce de Bellas Artes para escuchar de labios de don Artemio de Valle Arizpe el relato de su vida. Lejos estaba de imaginar que alguna vez hablaría ahí mismo de la mía. Doy las gracias a quienes me acompañaron en esa ocasión tan significativa para mí, entre ellos a la hermosa luna llena que aquella noche brilló sobre la Ciudad de México. Guardaré este recuerdo como una muestra de la bondad de mi prójimo. Procuraré corresponderle lo mejor que pueda en el tiempo que me quede de vida. FIN.