
Vandalismo. Personas con diferente rango de edad acuden en las noches para pintar con grafiti las paredes de casas en el Centro Histórico; aunado a ello, también hay quienes arrojan su basura ahí.
El Centro Histórico de Durango muestra año tras año un deterioro más visible: fachadas cuarteadas, inmuebles abandonados, filtraciones, estructuras debilitadas y locales que cambian de dueño sin que nadie pueda,o quiera recuperar los edificios por el alto costo. A simple vista parece desinterés, pero detrás existe una razón más compleja, desde restricciones y autorizaciones necesarias para intervenir un inmueble.
Aunque muchos ciudadanos creen que todos los edificios del Centro necesitan permiso del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), la realidad es distinta. Solo los inmuebles catalogados como históricos o aquellos cuya fachada aporta al valor ambiental del conjunto requieren autorización directa.
Sin embargo, en la práctica, en Durango casi cualquier modificación visible desde la calle, aunque sea un edificio más moderno, debe recibir al menos el "visto bueno" del INAH, especialmente si implica cambios de fachada, color, estructura o elementos que alteren la armonía del entorno.
Este proceso suele ser lento, estricto y costoso, lo que provoca que muchos propietarios eviten solicitar permisos o prefieran dejar el inmueble "como está" para no asumir gastos que no pueden cubrir.
El resultado es un Centro Histórico con un enorme valor patrimonial, pero cada vez más desgastado.



