
¿Dónde está Marco Adriel?; ¿Dónde está el Estado?
Durango no es un estado blindado como lo aseguran las autoridades. Parece más una entidad de instituciones ciegas y sordas, cuya apatía mantiene a una sociedad temerosa. Marco Adriel Delgado fue secuestrado en la ciudad capital a la vista de sus familiares, en medio de un fuerte operativo federal y estatal por las elecciones municipales.
El joven de 21 años fue levantado por encapuchados armados que lo golpearon, lo esposaron y lo subieron por la fuerza a una camioneta, para llevárselo con rumbo desconocido. No fue en un callejón, no fue en una zona marginada. Fue en una fiesta familiar, mientras su madre, sus hermanas y su novia, gritaban con desesperación e impotencia.
Más de seis días después, su paradero sigue siendo un misterio y las autoridades no han dado resultados. Resulta que el C5 no vio nada y hubo una respuesta tardía tras el reporte a la línea de emergencias. Ni una reacción contundente de Fiscalía, ni presencia sensible del Ejecutivo. Todo el aparato de gobierno y seguridad quedando exhibido.
Mientras tanto, una madre llora y suplica frente a los medios; un padre que implora ayuda directa del gobernador y un montón de funcionarios silentes, escondidos en la afonía institucional de siempre. Y es que si algo se ha vuelto norma en Durango, es que cuando desaparece alguien, lo que también se esfuma es la voluntad política.
La familia de Marco Adriel ha hecho todo lo que el Estado no puede o no quiere hacer. Se organiza, marcha, difunde y busca respuestas que puedan llevarlos a encontrar a su ser querido. No obstante, ante la indiferencia, optan por ir a la Ciudad de México y pedir ayuda a la presidenta Claudia Sheinbaum, porque aquí, en su propia tierra, sienten que les cierran las puertas.
Vulnerables además han denunciado amenazas para que dejen de hacer público su caso, pero aun así, deciden continuar alzando la voz. Porque ya no basta con llorar en silencio. Porque, como muchos otros, han sido empujados a un activismo forzado, doloroso, que sólo emprenden quienes buscan desesperadamente a alguien a quien aman.
La indolencia de las instituciones duele tanto como la desaparición misma. Se presume que el estado se encuentre entre los más seguros del país, pero la realidad en calles de barrios y colonias, gritan otra cosa. Las instancias responsables de la seguridad y la justicia parecen más ocupadas en cifras y discursos, que en sentarse a mirar a los ojos a una madre que lo único que suplica es que su hijo se encuentre con bien.
Cuando la ciudadanía se moviliza, es porque de plano ya está harta. Porque Marco Adriel, Jorge, Roberto, Misael, Silvano, Carlos y muchas personas más siguen desaparecidas en Durango. Y es que la impunidad no solo permite que la sociedad enardezca, sino que alimenta su fuego. Porque un estado donde hay desaparecidos no puede llamarse seguro, sino fallido.
EN LA BALANZA.- La opacidad en el seguimiento de la Alerta de Violencia de Género en Durango es tan preocupante como la violencia misma contra las mujeres. A medio año del 2025, la Conavim no ha publicado avances, mientras los municipios aseguran haber cumplido con lo que les corresponde. ¿A quién creerle? La falta de transparencia en un tema tan delicado que refleja el desdén institucional por las víctimas, dejando en evidencia que la alerta ha sido tratada más como un trámite burocrático que como una herramienta efectiva para salvar vidas.
X: @Vic_Montenegro