
¿El cáncer de piel se relaciona a la alimentación? Esto dice la ciencia
En los últimos años, ha ido tomando fuerza una idea sencilla, pero poderosa: lo que se come podría influir en el riesgo de padecer cáncer de piel. Aunque la alimentación no reemplaza la protección solar ni los exámenes dermatológicos, puede ser un aliado silencioso para fortalecer la piel frente al daño celular.
Investigadores del proyecto SUN (Seguimiento Universidad de Navarra) analizaron los historiales alimentarios de más de 22 mil personas entre 1999 y 2016. El objetivo fue identificar si la adherencia a ciertos estilos de dieta, como la mediterránea, la DASH (Dietary Approaches to Stop Hypertension) o un patrón pro-vegetariano, influía en el riesgo de desarrollar carcinoma basocelular, uno de los tipos más comunes de cáncer de piel.
Los resultados fueron sorprendentes, quienes siguieron con mayor rigor la dieta mediterránea registraron hasta un 72 por ciento menos riesgo de padecer este tipo de carcinoma, mientras que los que se apegaron a la dieta DASH mostraron una reducción del 68 por ciento. En cambio, el patrón pro-vegetariano no presentó una relación tan clara con la disminución del riesgo.
El estudio subrayó que la protección no proviene de un solo nutriente, sino de la combinación de alimentos: frutas, verduras, lácteos bajos en grasa y grasas saludables. Es decir, más que un ingrediente milagroso, es la sinergia de una alimentación equilibrada la que podría ofrecer un efecto protector.
La alimentación, punto clave
Para entender cómo una dieta puede “hablarle bien” a la piel frente al cáncer, basta mirar los elementos nutricionales implicados. Las frutas y verduras aportan fibra, vitaminas C y E, carotenoides y selenio, todos con capacidad de neutralizar radicales libres y reducir la inflamación celular. Las verduras crucíferas, como el brócoli, la coliflor o las coles de Bruselas, contienen compuestos con posibles efectos anticancerígenos en distintos órganos, incluida la piel.
También los lácteos bajos en grasa pueden contribuir positivamente, ya que aportan calcio y vitamina D, dos nutrientes importantes en la salud de los queratinocitos, las células que forman la epidermis. En conjunto, estos alimentos no actúan de manera aislada, el beneficio radica en mantener un patrón alimentario coherente, variado y constante.

Dieta amigable con la piel
A partir de los hallazgos del estudio, los especialistas recomiendan priorizar alimentos frescos y variados, especialmente frutas y verduras de diferentes colores, ya que cada una ofrece un tipo distinto de antioxidante. También es preferible optar por cereales integrales, como pan o arroz integral, antes que sus versiones refinadas, e incorporar grasas saludables provenientes del aceite de oliva, los frutos secos y las semillas.
El consumo moderado de lácteos bajos en grasa ayuda a aprovechar el calcio y la vitamina D sin exceso calórico, mientras que reducir la ingesta de sodio, carnes procesadas y productos ultraprocesados favorece un perfil metabólico más saludable y, en consecuencia, una piel más resistente al daño.
Alimentación, sol y estilo de vida
Los investigadores advierten que comer bien no basta si se descuida la exposición solar. El cáncer es una enfermedad multifactorial, y la dieta actúa como un factor modificable que debe complementarse con otras medidas: el uso diario de protector solar, ropa adecuada y la evitación de las horas de radiación más intensa.
Y es que no es que exista una dieta milagrosa, sino que seguir patrones como la mediterránea o la DASH puede contribuir significativamente a reducir las probabilidades de desarrollar cáncer de piel, especialmente en personas con alta exposición solar o antecedentes familiares.
