
El espejismo de la presa y la tarea local pendiente
"Llevamos años, desde la administración de José Rosas Aispuro Torres, rompiendo las normas de disciplina financiera. El gobierno actual, encabezado por Esteban Villegas, no solo ha fallado en corregir el rumbo, sino que ha acrecentado la deuda pública a corto y largo plazo".
El Gasto Federalizado total proyectado para Durango en 2026 asciende a $42,994.4 millones de pesos (mdp). Esto representa un incremento de $2,830.9 mdp en comparación con los $40,163.5 mdp aprobados en 2025. El presupuesto total presenta un crecimiento real del 3.4%. Sin embargo, el análisis del Proyecto de Presupuesto Federal 2026 nos deja una narrativa de claroscuros.
Por un lado, la espectacular asignación de $1,600 millones de pesos para la Presa Tunal II; por el otro, recortes reales en fondos vitales para la operación diaria, como las aportaciones para educación, salud y una preocupante incertidumbre en seguridad con el Fondo de Aportaciones a la Seguridad Pública (FASP).
La reacción instintiva desde lo local es criticar/culpar a la Federación. No obstante, llevamos años, desde la administración de José Rosas Aispuro Torres, rompiendo las normas de disciplina financiera. El gobierno actual, encabezado por Esteban Villegas, no solo ha fallado en corregir el rumbo, sino que ha acrecentado la deuda pública a corto y largo plazo.
El presupuesto federal, con sus debilidades, solo expone la enorme vulnerabilidad que nosotros mismos hemos cultivado. Así lo revelan los datos de nuestras propias finanzas estatales a partir de un análisis del Paquete Económico 2025 de Durango. Estamos mirando el problema por el espejo equivocado.
Primero, pongamos nuestra realidad en perspectiva. En 2025, el gobierno de Durango ejerció un presupuesto total de más de 47 mil millones de pesos ($47,177 mdp). De ese monumental monto, ¿cuánto generamos en casa? Apenas $7,014 mdp, un raquítico 15% del total. El 83% de nuestro gasto provino de fondos federales.
Somos una entidad con una dependencia financiera abrumadora. Y esta dependencia genera una pregunta incómoda: ¿qué hicimos para intentar corregirlo?
La respuesta del 2025 no fue una reingeniería del gasto. Fue aumentar la carga a los ciudadanos. La Ley de Ingresos 2025 aprobó un aumento del 35% en impuestos -con alzas del 55% al impopular impuesto sobre nómina- y un incremento del 54% en el cobro de derechos.
Se pidió un esfuerzo extraordinario a la sociedad, un esfuerzo que se habría justificado si el objetivo fuera sanear las finanzas y convertirlas en inversión. Pero los datos demuestran que no fue así.
El gran problema de Durango no es cuánto dinero recibe, sino cómo lo gasta. El análisis es contundente: el presupuesto estatal es "inercial". A pesar del aumento en la recaudación, el dinero se fue al mismo barril sin fondo de siempre: el gasto corriente.
En 2025, el 77% de todo el presupuesto del estado se destinó a gasto corriente. Siete de cada diez pesos se usaron para pagar la operación del gobierno. ¿Cuánto quedó para inversión pública, para las obras que generan empleos y desarrollo? Un mísero 4%.
Esta es la razón por la cual "no se ve" obra pública. No es falta de dinero federal; es un diseño local que prioriza la burocracia sobre la infraestructura.
Este modelo es, además, irresponsable y deficitario. Llevamos operando en números rojos sistemáticamente desde 2017, cubriendo los baches con deuda a corto plazo y con la banca comercial, que es la más cara y la que no se usa para inversión, sino para tapar la insolvencia operativa.
Ahora, con la Ley de Ingresos 2026 en la mesa del Congreso del Estado, tenemos una nueva oportunidad. El verdadero reto de Durango no es solo gestionar los fondos federales que lleguen; es ser capaz de "complementar y resarcir" las debilidades federales. Si la Federación recorta en salud o seguridad, Durango debería poder cubrir esos huecos con eficiencia. No basta con decir valentonamente "...para eso soy gobernador".
Pero no podremos hacerlo si seguimos atados a un presupuesto inercial donde el 77% del gasto es intocable. La Presa Tunal II es una obra bienvenida, pero es un espejismo si la hacienda pública estatal sigue en ruinas. Antes de exigir más a la Federación, necesitamos una reingeniería drástica en casa.
Leonardo Álvarez
@leon_alvarez
* El autor de esta colaboración es economista y Director General de la empresa GD Innovaciones y Consultoría, S.C. / www.gdinnovacioines.com.