
El eternauta
Una refrescante sorpresa fue encontrar dentro del menú de opciones que ofrece la plataforma de contenidos Netflix, una serie del género de ciencia ficción realizado en Latinoamérica. “El eternauta”, está basado en un una tira cómica argentina de culto, adaptada y realizada por talento de aquel país. Aunque de resultado irregular, resulta interesante encontrar una producción de este género que no sea norteamericana.
En 1957 empezaron a salir publicadas en la revista Hora Cero Semanal, de Argentina, la historieta “El eternauta (Memorias de un navegante del porvenir)”, escrita por Héctor Germán Oesterheld e ilustrada por Francisco Solano López. Fueron 106 entregas las que se publicaron y se reunieron todas para dar forma a una novela gráfica, convirtiéndose en la primera de ciencia ficción, publicada en español.
El argumento del libro, que sirve también como sinopsis de la serie, señala: “Provincia de Buenos Aires, Argentina, 1957. Mientras juegan a las cartas en una típica noche bonaerense, cuatro amigos escuchan una inquietante noticia en la radio: una prueba nuclear en el Océano Pacífico habría dejado material radioactivo en el aire que sería arrastrado con el viento hacia Sudamérica. Segundos después, una nevada fluorescente comienza a caer en la ciudad y sus alrededores, matando todo lo que toca. ¿Es este el principio de la anarquía y la violencia o una invasión alienígena?”
Adaptada y realizada por Bruno Stagnaro, “El eternauta” destaca por su inmejorable diseño de producción que recrea, en época actual, locaciones nevadas y devastadas de una distópica ciudad de Buenos Aires, Argentina. La fotografía, de Gastón Girod, es poco más que aceptable. Es de destacar también el rubro de los efectos especiales, para dar vida, generar a los bichos (Los cascarudos) que aparecen en la historia. El artista plástico, Martín Canale, hizo los primeros diseños de las criaturas, posteriormente y para poder quedar a la altura y aprobar los altos estándares que exige Netflix, se apoyaron de casas productoras como Industrial Light & Magic, que son los que hicieron Star Wars. Ellos desarrollaron algunos concepts visuales; Many Worlds, que hizo pruebas de animación; Bitt Animation, que también trabajó algunos planos; y el gran caudal de planos lo hizo Refine, un estudio internacional con artistas de todo el mundo. La actuación del protagonista, Ricardo Darín, es notable.
A pesar de contar con un fundamento narrativo más que inquietante en donde sobresale el mensaje de la resistencia colectiva, la adaptación deja la impresión de quedar corta. Los episodios aparentan que han sido prolongados de manera innecesaria. El trabajo de edición es el que presenta, quizá, el mayor foco rojo. Un ritmo más bien cansino termina por afligir a la obra en su conjunto.
A pesar de ser muy benévolo en su crítica el New York Times, al final coincido con la misma: “es muy digna” la adaptación de la novela gráfica a la serie. Como espectador mexicano, me gustaría ver alguna adaptación de Kalimán o de Fantomas, pero eso, desde luego, es otra historia.
Les dejo un pequeño fragmento de la novela gráfica, esperando se anime a leerla: “El .Eternauta me llamó él...para explicar, en una sola palabra mi condición de navegante del tiempo, de viajero de la eternidad. Mi triste y desolada condición de peregrino de los siglos”.