
El misterio del suéter eterno: por qué las mujeres sienten más frío que los hombres
¿Te suena familiar la escena? En la oficina, el aire acondicionado está encendido, los hombres parecen cómodos y las mujeres ya están sacando suéteres, bufandas o hasta cobijas improvisadas.
No es una broma ni una cuestión de “aguante”: la ciencia confirma que las mujeres sienten más frío que los hombres, y todo tiene que ver con la biología.
Biología del frío
El cuerpo humano regula su temperatura a través del metabolismo y la masa muscular. En este punto, los hombres tienen ventaja: poseen entre 15 y 20 % más masa muscular, lo que significa más “fábricas de calor” activas todo el tiempo.
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En cambio, las mujeres tienen una proporción mayor de grasa corporal, que funciona como aislante, protegiendo los órganos internos, pero dificultando la circulación del calor hacia las extremidades. Por eso, las manos y los pies femeninos pueden estar hasta tres grados más fríos que los de los hombres, incluso en la misma habitación.
Circulación y metabolismo
Otro factor clave es la circulación sanguínea. Los hombres suelen tener mayor volumen de sangre y presión arterial, lo que mantiene su temperatura periférica más estable.
En las mujeres, el flujo sanguíneo tiende a concentrarse en el tronco para proteger los órganos vitales, dejando las extremidades con menos calor. Y si a eso se suma un metabolismo más lento, el resultado es simple: ellas sienten más frío, incluso cuando el termómetro dice lo contrario.
Hormonas que enfrían
Los niveles de estrógeno y progesterona influyen directamente en cómo se dilatan o contraen los vasos sanguíneos. Durante el ciclo menstrual, por ejemplo, la temperatura corporal puede variar, haciendo que algunas mujeres sean más sensibles al frío en ciertas etapas.
Esa montaña rusa hormonal también explica por qué una misma persona puede sentir calor un día y frío al siguiente, sin que el clima haya cambiado demasiado.
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Oficinas diseñadas para ellos
Un dato curioso: los estándares de temperatura en la mayoría de las oficinas fueron creados en los años sesenta… basados en el metabolismo promedio de un hombre de 40 años con traje y corbata.
El resultado: las mujeres trabajan, literalmente, en ambientes pensados para cuerpos más cálidos. No es de extrañar que ellas pidan subir el termostato o lleven suéter hasta en verano.
No es drama, es ciencia
Así que la próxima vez que escuches un “¡qué frío hace!” o veas a alguien acurrucada con suéter mientras tú apenas sudas, recuerda: no es debilidad, es biología.
El cuerpo femenino está diseñado para conservar calor, no para disiparlo, y eso lo hace más sensible a los cambios de temperatura. El misterio del suéter eterno… resuelto.